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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ ZACARÍAS TALLET

 

                (18 de outubro de 1893 - 21 de dezembro de 1989) foi um escritor cubano . Ele nasceu em Matanzas e morreu em Havana . Ele ganhou o Prêmio Nacional de Literatura em 1984.

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

Arte poética

 

         A José Antonio Fernández de Castro

 

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Quevedo

 

Tú, José Antonio, oficialmente culto,

y un cincuenta por ciento

de antologista de rapsodas criollos;

corifeo de artistas ultra-nuevos

e intelectual, pues te paseas entre ellos,

de seguro

que sabes de estas cosas más de un poco.

 

Hace cerca de un siglo, un bardo melenudo

que ostentaba una simiesca patillita

a una mujer le dijo: “¡Poesía eres tú!”

(Está claro que entonces no había feministas.)

 

Y hoy, después de cien años, casi, casi,

todavía hay legiones de liróforos,

pero de crema fría y miel rosada,

que, tomándola en serio, siguen aquella broma,

y, los ojos en blanco y la mano en el pecho

(lado izquierdo),

y la voz temblorosa y hueca,

nos largan una espínela como ésta:

 

          Desde que tú me miraste

          sólo conozco dolores.

          ¡Tales son las tristes flores

          que en mi corazón sembraste!

          Mi pobre alma traspasaste

          con los dardos de tus ojos

          y entre punzantes abrojos

          me condenaste a vivir,

          ¡o a eternamente morir

          ante tus plantas, de hinojos!

 

Y ella es su novia, pero no lo sabe.

 

Otros, reyes de mundos interiores,

de dieciséis a diecisiete,

deshollinan su espíritu lleno de telarañas

y exteriorizan su interior desguace,

dando a la rosa de los vientos

mil endechas alejandrinizadas.

Ejemplo:

          “¡Oh, qué angustia infinita y qué tristezas vagas

          se adueñan de mi espíritu en estos en estos grises días:

          me asedian los recuerdos de mis horas aciagas,

          mis nostalgias, mis tedios y mis melancolías!”

 

Son sus horas aciagas cuando papá les dijo:

“Hoy no te doy un medio para el cine,”

 

.(No cuento a los que cantan a la raza

y dicen que Maceo es biznieto del Cid,

y otras sandeces de la misma casta.)

 

De tal suerte,

el sonsonete eterno del chorro de melaza

o del chorro de acíbar.

 

La escala del Parnaso ha setenta escalones.

Ai otro extremo,

están los sedicentes poetas de vanguardia,

que decapitan el humo de sus metáforas

y degüellan el ritmo de sus parábolas;

y es Darío para ellos Tut-Ankh-Amen,

y de tal año para atrás el arte es nulo.

 

¡Qué espanto ante lo fuerte y lo prosaico!

¡Qué esclavitud!

¡Qué desdén por lo romántico y lo clásico!

¡Y qué impotencia!

 

Cursiladas y boberías.

Entre Bécquer y Marinetti hay un mundo de poesía.

 

Hay poesía en un par de aquesas,

hay poesía en un par de aquestas,

y hay mucha poesía entre ésa y ésa.

En la sonrisa estúpida de un niño,

en la caricia de una madre impura,

en el tímido ademán de un limosnero,

en la cadencia salvaje de la rumba,

en las eses de los borrachos

y hasta en un parte policíaco.

 

Hay poesía en el motor de un auto

y en el trapiche de cualquier ingenio,

en la Ludlow y linotipos de la imprenta,

en la mirada serenísima de Edison

y en la en la cuchilla del Dr. Nogueira.

Como en las albas tocas de Sor Juana,

hay poesía en la punta de una lanza

y en la velocidad de una bala.

Y en la sotana cándida de Pío,

y en los ojos del Dalai Lama

y en la dureza de la Kaaba.

 

Hay poesía en el negrito limpiabotas,

y en la bodega de Monestina

(Blanco y Animas)

y como en el geranio ventanero,

en un bosque de ceibas centenarias.

Y en los legajos de las notarías,

y en los libros mayores y en los diarios,

y la hay en la bolita y en el poker,

como la hay en las carreras de caballos.

Y hay poesía en un agua mala

y en el informe de un fiscal

y en una píldora de

opio y en el rabo del alacrán.

 

Hay poesía en el anacoreta,

y la hay en la masa proletaria,

en Prado 1; en la Loma del Príncipe,

y en la tragedia de un regimiento que pasa.

 

Hay poesía en una bicicleta

y en la barriga de un burgués

y en un cuello de celuloide

y en un juego de balompié.

Y en una trompada de Dempsey,

y del Bambino, en un batazo,

y en una pirueta de Chaplin

y en un gesto de Gloria Swanson.

Y en la espalda de los estibadores

y en los bíceps de hierro del herrero,

y en los bueyes que tiran del arado,

y en un trasatlántico raid aéreo.

 

Hay poesía en la frente de Lenin,

y hay quien la encuentra en il duce italo;

y hay poesía en el pipis y gañas

y en un policía de tránsito

y en el rabo del alacrán.

 

Y mucha y buena en una trompetilla,

y en los modales de una de una virulilla,

y en la campana y en la campanilla.

 

Hay poesía en un centro espiritista,

y hasta en una cocción vegetariana.

Y hay poesía en los editoriales

y poesía en la primera plana.

 

Y en las proclamas de Sandino

y en los millones de Henry Ford,

y en el drama grotesco de un tarrudo,

y en la nueva constitución.

 

Hay poesía en la rumba de un esqueleto,

y hay poesía en las gallinas cluecas

y en las blasfemias de un carretonero.

¡Mas la cuestión es dar con ella!

 

 

De: Poesía y prosa     

 

 

 

 

CON UN MISMO FUEGO. POESÍA CUBANA.         Selección de Aitana Alberti.      Torremollinos, Málaga, España: Litoral Ediciones UNESCO, 1997.  (Colección UNESCO –OBRAS REPRESENTATIVAS)    223 p. ilus. col. Poretada:? Lorenzo Saval – Incluye un folleto con la poesía de Francisco Fortuny: El agua en la boca (Litoral /Suplemento 4)  ISBN 92-3-30457-7       Edição especial da revista LITORAL Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento. ISSN 0212-4378


CHARADA

Eran cuatro caballos y los cuatro de lana
eran cuatro caballos debajo de la cama.

         En el zurrón llevaba la alas un pastor,
en el zurrón llevaba las alas y eran dos.

         Saltaba por el campo un grillo malojero,
saltaba por el campo con zancos verdinegros.

         En el cielo reía una nube comadre,
en el cielo reía con una boca grande.

         El viento zalamero montaba en una palma,
el viento zalamero, ocultando la cara.

         En un reloj de cuco se asomó el pajarito,
en un reloj de cuco y una estrofa en el pico.

         La esquila de una cabra repicó en el ocaso,
la esquila de una cabra con cabrioleo raro.

         Y un granito de arena se paseó por mis ojos,
un granito de arena com un látigo roto.
                            

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

 

Arte poética

 

         A José Antonio Fernández de Castro

 

¿Sempre devemos sentir o que dizemos?

¿Nunca devemos dizer o que sentimos?

Quevedo

 

Tu, José Antonio, oficialmente culto,

         e um cinquenta por cento

de antologista de rapsodias crioulas;

corifeu de artistas ultra-novos

e intelectual, pois caminhas entre eles,

certamente

que sabes destas coisas mais um pouco.

 

Há quese um século, um vate cabeludo

que ostentava uma simiesca barbicha

a uma mulher disse: “¡Poesia é você!”

(É óbvio que então não havia feministas.)

 

E hoje, depois de cem anos, quase, quase,

inda há legiões de liróforos,

mas de creme frio e mel rosada,

que, levando-a a sério, seguem aquela piada,

e, os ojos em branco e mão no peito
(lado esquerdo),

e a voz tremenda e oca,

nos lançam uma espínela como esta:

 

Desde que tu me miraste

          Apenas conheço as dores.

          Tais são as tristes flores

          que em meu coração semeaste!

          Minha pobre alma atravessaste

          com os dardos de teus olhos

          e  entre punçantes ouriços

          me condenaste a viver,

          ou eternamente a morrer

          ante tuas plantas, de erva-doce!

 

E ela é sua noiva, mas ainda não sabe.

 

Outros, reis de mundos interiores,

de dizesseis a dezessete,

limpam seu espírito cheio de teias de aranhas

e exteriorizam seu interior demole,

dando à rosa dos ventos

mil endechas alexandrinizadas.

Exemplo:

          “Oh, que angustia infinita e que tristezas vagas

          Apoderam-se de meu espírito neste dias cinzentos:

          me asediam as lembranças de minhas horas azíagas,

          minhas nostalgias, meus tédios e minhas melancolias!”

 

Suas horas são azíagas quando o pai lhes disse:

“Hoje não te dou nem um vintém para o cinema,”

 

.(Não conto aos que cantam a raça

e dizen que Maceo é bisneto de El Cid,

e outros disparates da mesma casta.)

 

De tal maneira,

A lengalenga eterna do jorro de  melaço

ou do jato de babosa.

 

A escala do Parnaso tem setenta escalões.

Ai outro extremo,

estão os alegados poetas de vanguarda,

que decapitam a fumaça de suas metáforas

e degolam o ritmo de suas parábolas;

e  Darío é para elos Tutancâmon,

e de tal ano para atrás a arte é nula.

 

Que espanto frente ao fuerte e ao prosaico!

Que esclavidão!

Que desdém pelo romântico e o clássico!

E que impotência!

 

Breguice e bobagem.

Entre Bécquer e Marinetti há um mundo de poesia.

 

Há poesia em um par de estes,

há poesia em um par de aqueles,

e há muata poesia entre essa e esta.

No sorriso estúpido de um menino,

na carícia da mãe impura,

ni tímido gesto de um mendigo,

na cadência salvagem da rumba,

nesses esses dos bêbedos

e até em uma queixa policial.

 

Há poesia no motor de um carro

         e no moinho de qualquer engenho,

na Ludlow e linotipos da imprensa,

no olhar sereníssimo de Edison

e na  lâmina do Dr. Nogueira.

Como nas alvas toucas de Sor Juana,

há poesia na posnta de uma lança

e na velocidade de uma bala.

E na batina cândida de Pio,

e nos olhos do Dalai Lama

e na dureza da Kaaba.

 

Há poesia no negrinho engraxate,

e na bodega de Monestina

(Branco e Animas)

e como no gerânio ventaneiro,

em um bosque de ceibas centenárias.

E nos lmaços de papel dos cartórios,

e nos livros maiores e nos diários,

e também  na bola e no pôquer,

como também nas corridas de cavalos.

E há poesia em uma água ruim

e no relatório de um fiscal

e numa pílula de

ópio e no rabo escorpião.

 

Há poesia no anacoreta,

e tamabé na massa proletária,

         no Prado 1; na  Loma del Príncipe,

e na tragédia de um regimento que passa.

 

Há poesia nuna bicicleta

e na barriga de um burguês

e em uma gola de celuloide

e em um jogo de futebol.

E em uma trompaço de Dempsey,

e do Bambino, em uma rebatida,

e numa pirueta de Chaplin

e em um gesto de Gloria Swanson.

E nas costas dos estivadores

e nos bíceps de ferro do ferreiro,

e nos bois que puxam o arado,

e em un trasatlântico ataque aéreo.

 

Há poesia na fronte de Lenin,

e há quem a encuentre em il duce italo;

e há poesia em pipis e gemidos

e na polícia de trânsito

e no rabo do escorpião.

 

E muita e boa em um aparelho auditivo,

E as  maneiras de um tipo insignificante,

e no sino e numa campainha.

 

Há poesia em um centro espirita,

e até em um cozimento vegetariano.

E há poesia nos editoriais

e poesia na primeira página.

 

E nas proclamações de Sandino

e nos milhões de Henry Ford,

e no drama grotesco de um corno,

e na nova constituição.

 

         Há poesia na rumba de um esqueleto,

e há poesia nas galinhas chocas

e nas blasfêmias de um insolente.

¡Mas o problema é encontrar a poesia!

 

 

De: Poesía y prosa     

  

 

 

                CHARADA

Eram quatro cavalos e os quatro de lã
eram quatro cavalos debaixo de cama.

         Na bolsa levava as asas um pastor,
na bolsa levava as asas e eram duas.

         Saltava pelo campo um grilo mensageiro,
saltava pelo campo com muletas verde-negras.

         No céu ria uma nuvem comadre,
no céu ria com uma boca grande.

         O vento pegajoso trepado numa palmeira,
o vento pegajoso, ocultando a cara.

         Em um relógio de cuco apareceu o passarinho,
em um relógio de cuco e uma estrofe no bico.

         O chocalho de uma cabra repicou no ocaso,
o chocalho de uma cabra com um bamboleio raro.

         E um grão de areia passeou pelos meus olhos,
um grão de arei com chicote roto.
                         

 

Página publicada em fevereiro de 2019

 

        

 


 

 

 
 
 
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