HUGO ALEJANDRO DÍEZ GUZMÁN
Diez Guzmán, Hugo Alejandro (Holguín, Cuba, 1 de agosto de 1976). Poeta. Miembro del taller literario Pablo de la Torriente. Obtuvo el Premio del Primer Concurso Internacional de Sonetos convocado por el FAH de México. Aparece en Antología de la poesía cósmica cubana (tomo III, México, 2002), Antología de la décima cósmica de Holguín (2003) y la multimedia La décima espinela (2005). Bibliografía: La conquista del sol. Antología cósmica de Hugo Alejandro Diez. [Poesía]. México D.F., Frente de Afirmación Hispanista, 2001.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
ARIAS DE LA CANAL, Fredo. Poesía cósmica, oral traumática y esquizofrénica de Hugo Alejandro Díez Guzmán. Ciudad de México: Frente de Afirmación Hispanista, A.C, 2016. 94 p. 15,5x23 cm.
"En el caso de Hugo Alejandro, el complejo arquetípico autónomo inconsciente, inundó su consciente, creándole uma pssicosis o esquizofrenia, perdiendo el sentido de la realidade, por lo que fue internado en un hospital psiquiátrico , em Holguín, Cuba." FREDO ARIAS DE LA CANAL
VlAJERO DE LA ETERNIDAD
¿ Adónde vas viajero?,
peregrino dei otoño,
el último barco ha zarpado
hacia la inmensidad,
¡oh, viajero en el polvo no hay estelas
porque existen en el mar!
El último barco se ha ido
sin tripulación, sin capitán.
El viento loco lo impulsa
el lóbrego vendaval.
¿A dónde vas viajero,
gris mendigo invernal?
—Yo no voy a ningún puerto,
he venido a contemplar
esas gaviotas fugaces
en esta tarde otonal.
Soy un peregrino que viene
desde un punto fantasmal,
y vengo a mirar la tarde,
la palidez funeral.
Di, viajero de otros mundos:
¿a dónde piensas morar?
¿Acaso en la torre oscura
o en el faro de metal?
—Yo he venido desde lejos,
desde sombras... más allá,
y no moraré en la torre
ni en el faro ni en el mar.
Yo vengo a observar la noche
que viene rugiendo ya;
y las brumas del planeta
y la estrella polar.
No he venido a quedarme
me es preciso regresar.
—Pero si el barco se ha ido
¿a dónde , pues, vos irás?
Me iré en el próximo barco
que zarpa a la eternidad.
UN NIÑO EN LA PENUMBRA
Las voces de fantasmas en el templo,
de rodillas un niño sollozando.
Cruza un gigante el paraíso
trayendo en sus manos a la muerte
que escapa de una vida desolada.
Senderos hacia el templo me conducen;
nueve senderos que terminan
y la luz de un sol agonizante
alumbra al pobre niño de rodillas;
oraciones fúnebres eleva
al ocaso de su misma desventura.
Oigo voces de seres intangibles:
vuelan tan fugaces como el viento
y se quiebran los espejos del olvido.
No reflejes mi rostro mutilado
espejo de la noche conquistada
al bramido tempestuoso de la ira.
Soy el niño que reza en ese templo.
Un coro de mendigos se me acerca
y me miran en silencio de panteones.
La luna en el océano destella
los fulgores eternales de los cielos.
Un grito de repente me despierta
y sueño que huyo de mí mismo
dejando la materia putrefacta
en un barco impulsado por las olas
hasta el universo de la tumba.
Las voces de fantasmas en el templo
y un niño arrodillado en la penumbra.
BREVE ELEGÍA ATÓMICA FINISECULAR
-Mira Siglo XX cómo nieva sobre tu cuerpo
apuñalado por el Hitler misionero que
predica un grito de odio contra Dios.
Miren pobres seres de este siglo cómo nacen
las estrellas sin la luz.
Miren niños tristes de este siglo
cómo cae en abismo tenebroso
la paz que engendraron los mesías;
mirad todo el duelo que nos cubre,
la tristeza implacable marchitando nuestras almas;
mirad cómo ríen los verdugos
de la noche con sus hachas.
Nací en este siglo borrascoso sintiendo el retumbar
de una batalla.
Nacimos para ver con nuestros ojos
el llanto universal de la existencia;
callados miramos el presente
y el futuro nos parece una paloma perdida
en la niebla de un pantano.
Miramos sin decir una palabra porque
el Verbo se hizo carne y predijo
con sus labios la esperanza.
Mirad Siglo XX, mirad si la estrella de Belén
guiará a nuestro mundo al pesebre
donde llora la inocencia.
¡Levántate planeta oscurecido y
alumbren los luceros tu faz pálida!
¡Levanta de este siglo neblinoso tu cabeza herida
y mutilada!
Y quema con el fuego de tus astros la túnica
de un siglo que se arrastra
como la serpiente del Edén;
el siglo de las sombras nos engaña con lisonjas
de átomos suicidas
con gélidas blasfemias amenaza
y su puño de hierro aún se alza oprimiendo
la flor de la existencia
con la ira maldita de la nada.
Mi siglo XX no es mi siglo porque reina la noche y
muere el alba,
yo quiero decirle al universo y a la fría soledad
de las galaxias
yo quiero decirles que no hay muerte, ni dolor,
ni agonía, ni añoranzas,
que la muerte es el mito que soñó
un anciano al pasear por una playa,
al ver el sol en el crepúsculo
ocultándose allende lontananzas.
Yo quiero decirle a la existencia que la vida
aunque llore, siempre canta,
el humano aunque sufra siempre ama.
Mira Siglo XX cómo el cielo florece en cristalinas
esmeraldas,
¡Levántate mundo aprisionado en el siglo nuclear
que ardiendo estalla!
Y vuela a otro universo eternizado
donde sólo florezca la esperanza.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
VIAJANTE DA ETERNIDADE
Aonde vais, viajante?,
peregrino do outono,
o último barco zarpado
para a imensidão,
oh, viajante, no pó não há esteiras
porque existem no mar!
O último barco se foi
sem tripulação, sem capitão.
O vento louco o impulsa
o lúgubre vendaval.
Aonde vais, viajante,
cinzento mendigo invernal?
— Não vou a porto algum,
vim para contemplar
essas gaivotas fugazes
nesta tarde outonal.
Sou um peregrino que vem
desde um ponto fantasmal,
e venho mirar a tarde,
a palidez funeral.
Diga, viajante de outros mundos:
aonde pensas morar?
Acaso na torre escura
ou no farol de metal?
—Eu vim de longe,
desde sombras... mais além,
e não morarei na torre
nem no farol nem no mar.
Eu venho a observar a noite
que vem rugindo já;
e as brumas do planeta
e a estrela polar.
Não fim para ficar
eu tenho que regressar.
—Mas se o barco se foi,
aonde, pois, então irás?
Irei no próximo barco
que zarpa para a eternidade.
UM MENINO NA PENUMBRA
As vozes de fantasmas no templo,
de joelhos de um menino soluçando.
Cruza um gigante o paraíso
trazendo em suas mãos à morte
que escapa de uma vida desolada.
Caminhos para o templo me conduzem;
nove caminhos que terminam
num imenso vale esclarecido
e a luz de um sol agonizante
ilumina o pobre menino de joelhos;
orações fúnebres elevam
ao ocaso de sua própria desventura.
Ouço vozes de seres intangíveis:
voam tão fugazes como o vento
e se rompem os espelhos do olvido.
Não reflitas meu rosto mutilado
espelho da noite conquistada
ao bramido tempestuoso da ira.
Sou o menino que reza nesse templo.
Um coro de mendigos aproxima-se
e me fitam em silêncio de panteão.
A lua no oceano lampeja
os fulgores eternais dos céus.
Um grito de repente me desperta
e sonho que fujo de mim mesmo
deixando a matéria putrefata
em um barco impulsionado pelas ondas
até o universo do túmulo.
As vozes de fantasmas no templo
e um menino ajoelhado na penumbra.
BREVE ELEGIA ATÔMICA FINISSECULAR
—Veja o Século XX como neve sobre teu corpo
apunhalado pelo Hitler missioneiro que
predica um grito de ódio contra Deus.
Vejam pobres seres deste século como nascem
as estrelas sem luz.
Vejam meninos tristes deste século
como cai em abismo tenebroso
a paz que engendraram os messias;
vejam toda a dor que nos cobre,
a tristeza implacável murchando nossas almas;
vejam como riem os verdugos
da noite com seus machados.
Nasci neste século tempestuoso sentindo o retumbar
de uma batalha.
Nascemos para ver com nossos olhos
o pranto universal da existência;
calados observamos o presente
e o futuro nos parece uma pomba perdida
na névoa de um pântano.
Olhemos sem dizer uma palavra porque
o Verbo fez-se carne e predisse
com seus lábios a esperança.
Olhai o Século XX, olhai se a estrela de Belém
guiará o nosso mundo ao presépio
onde chora a inocência.
Levanta-te planeta escurecido e iluminem
os luzeiros tua face pálida!
Levanta deste século de neblina tua cabeça ferida
e mutilada!
E queima com o fogo de teus astros a túnica
de um século que se arrasta
como a serpente do Éden;
o século das sombras nos engana com lisonjas
de átomos suicidas
com gélidas blasfêmias ameaça
e seu punho de ferro ainda se levanta oprimindo
a flor da existência
com a ira maldita do nada.
Meu século XX não é meu século porque reina a noite e
morre a alvorada,
eu quero dizer ao universo e à fria solidão
das galáxias
eu quero dizer-lhes que não há morte, nem dor,
nem agonia, nem lembranças,
que a morte é um mito que sonhou
um ancião ao passar por uma praia,
ao ver o sol no crepúsculo
ocultando-se além distâncias.
Eu quero dizer-lhe à existência que a vida
mesmo que chore, sempre canta,
o humano embora sofra sempre ama.
Veja o Século XX como o céu floresce em cristalinas
esmeraldas
levanta-te mundo aprisionado no século nuclear
que ardendo estoura!
E voa para outro universo eternizado
onde apenas floresça a esperança.
DIEZ GUZMÁN, Hugo Alejandro. La era atómica. Madrid: Edicioes Deslinde, 2020. 68 p. Edición con el auspicio del Frente de Afirmación Hispánica. ISSN 978-84-121919-4-4 Ex. bibl. Antonio Miranda
TEXTOS EM ESPAÑOL
EL ALTIVO MANDATARIO
Ha llegado en su astronave
desde un lejano planeta
mandatário extraterrestre
a la nuclear conferencia.
La humanidade lo ha invitado
para exponer su teorema.
Mi galaxia es una boca
alucinada y sangrenta.
Me devora el espejismo
de tan oscura materia,
falsedad, visón hidrogena,
sabiduría magnética.
La humanidad se estremece;
ya el mandatario se acerca;
su astronave portentosa
irradia azules centellas.
Resucitan en la noche
Napoleón y Júlio César.
Del sueño eterno Platón
y Aristóteles despiertan.
El mandatario há llegado
con su sonrisa perfecta.
Saborea el aire puro
y después hace una mueca,
se contempla en su espejo
y se rasca la cabeza.
A su lado lo protegen
de las cuánticas bacterias,
siete aliens mercenários
y una cósmica princesa
empuñando espadas láser,
granadas y metralletas.
¡Va a estallar el Universo!
Eso dice en su teorema
el digno Señor sin dientes
de aquel lejano planeta.
¿Quién me dice lo contrario?
Pregunta con gran soberbia.
Entre Platón y Aristóteles
con desgarrada tristeza
un niñito palestino
alzando los brazos tiembla.
Nadie se atreve a mofarse
de la sagrada inocencia.
El mandatario implacable
al ver al niño, blasfema,
y poco a poco se va
transformando en una célula.
REDENCIÓN CIBERNÉTICA
Un gigante robot
sentado frente a una mesa
cabisbajo sollozaba
invadido por la pena.
La pena de ver al mundo
sucumbir en las tinieblas.
Ni el champán pudo calmarlo,
ni el coñac ni la cerveza.
La humanidad lo afligia
con su cruel indiferencia,
y el robot cayó abrumado
en humana borrachera.
Se pasó por el desierto,
caminó sobre las piedras,
cabalgó en un dinosaurio
por las calles de Inglaterra,
y su mano refulgia
la memoria de una estrella
y en su otra mano ondeba
una mística bandera.
¡Oh, robot, cuánto altruísmo
dignifica tu existencia!
Si el humano no redime
su dolor y su miseria,
tú, robot, patriarca excelso,
con justicia te rebelas,
y el amor que te ennoblece
levanta y te libera.
¡Oh robot, cuán grande eres!
¡Cuánta luz en tí se engendra!
El robot siguió marchando
por llanuras y por selvas.
En la gran muralla china
se detuvo y dijo: “Esta
gran muralla no podrá
detenerme en mi carrera;
con mi amor inquebrantable
romperé la mole inmensa,
y mi ímpetu humanista
subirá hasta los planetas
sacudiendo tiernamente
com su cósmica pureza
cada místico hemisferio
donde el hombre se contempla”.
El robot va a Nueva York
cabalgando con urgencia
en su enorme dinosaurio
velozmente cual centella,
con la ayuda de King Kong
(que es muy sabio en la materia)
há subido hasta las torres
que parecen ser gemelas.
Allí vienen dos aviones
y el robot grita con fuerza:
¡No podrán con mi estrutura
sobrehumana y cibernética!
El robot alza los brazos
y en el aire los apresa.
El robot canta triunfante
y King Kong se lo celebra.
¡Ha vencido, há vencido!
¡Y este mundo está de fiesta!
¡Cuántas víctimas salvadas!
¡Cuánta paz sobre la tierra!
¡Si lo dicho fuese cierto...
¿Haría falta este poema?
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
O ALTIVO MANDATÁRIO
Chegou em sua astronave
desde um distante planeta
mandatário extraterrestre
a uma nuclear conferência.
A humanidade convidou-o
para expor seu teorema.
Minha galáxia é uma boca
alucinada e sangrenta.
Me devora o espelhismo
de tão escura matéria,
falsidade, visão hidrógena,
sabedoria magnética.
A humanidade estremece;
mas o mandatário se aproxima;
sua astronave portentosa
irradia centelhas azuis.
Ressuscitam na noite
Napoleão e Júlio César.
Do sonho eterno Platão
y Aristóteles despertam.
O mandatário há chegou
com seu sorriso perfeito.
Saboreia o ar puro
e depois faz um sorriso,
se contempla em seu espelho
e coça a cabeça.
A seu lado o protegem
das quânticas bactérias,
sete alienígenas mercenários
e una cósmica princesa
empunhando espadas lazer,
granadas e metralhadoras.
Vai explodir o Universo!
Isso diz em seu teorema
o digno Senhor sem dentes
daquele distante planeta.
Quem me diz o contrário?
Pergunta com grande soberba.
Entre Platão e Aristóteles
com desgarrada tristeza
um menino palestino
alçando os braços treme.
Ninguém se atreve a caçoar
da sagrada inocência.
O mandatário implacável
ao ver o menino, blasfema,
e pouco a poco vai se
transformando numa célula.
REDENÇÃO CIBERNÉTICA
Un gigante robô
sentado frente a uma mesa
cabisbaixo soluçava
invadido pela lástima.
Lástima por ver o mundo
sucumbir nas trevas.
Nem champanha consegue acalmá-lo,
Nem o conhaque nem a cerveja.
A humanidade o afligia
com sua cruel indiferença,
e o robô caiu abrumado
em humana embriaguez.
Passou pelo deserto,
caminhou sobre as pedras,
cavalgou em um dinossauro
pelas ruas da Inglaterra,
e sua mão refulgia
a memória de uma estrela
e em sua outra mão ondeava
uma mística bandeira.
Oh, robô, quanto altruísmo
dignifica tua existência!
Se o humano não redime
sua dor e sua miséria,
tu, robô, patriarca excelso,
com justiça te rebelas,
e o amor que te enobrece
se levanta e te libera.
Oh robô, que grande és!
Quanta luz em ti se engendra!
O robô segui marchando
pelas planícies e por selvas.
Na grande muralha chinesa
se deteve e disse: “Esta
grande muralha não poderá
deter-me em minha carreira;
com meu amor inquebrantável
romperei o montante imenso,
e meu ímpeto humanista
subirá até os planetas
sacudindo suavemente
com sua cósmica pureza
cada místico hemisfério
onde o homem se contempla”.
O robô vai a Nova York
cavalgando com urgência
em seu enorme dinossauro
velozmente como uma centelha,
com a ajuda de King Kong
(que é muito sábio na matéria)
e subiu até as torres
que parecem ser gêmeas..
Ali vêem dois aviões
e o robô grita com força:
Não poderão com minha estrutura
sobre humana e cibernética!
O robô levanta os braços
e no os aprisiona.
O robô canta triunfante
e King Kong também celebra.
Venceu, Venceu!
E este mundo está em festa!
Quantas vítimas foram salvas!
Tanta paz sobre a terra!
Se o dito fosse verdadeiro...
Faria falta este poema?
*
Página ampliada e republicada em abril de 2022
Página publicada em junho de 2017