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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



LUZ HELENA CORDERO

 

Nació en Bucaramanga, Colombia, en 1961. Libros de poesía: Óyeme con los ojos, 1996 y Cielo ausente, 2001; libros de relatos Canción para matar el miedo, 1997 y El puente está quebrado, 1998. Incluida, entre otras, en las antologías: Tambor en la sombra, Poesía colombiana del siglo XX, 1996; Quién es quién en la poesía colombiana, 1997 y Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes), 2004.


Los presentes poemas son una selección de su libro inédito De la miel al fuego (Travesías de un cazador) publicados en la ANTOLOGÍA POÉTICA BRASIL – COLÔMBIA (PARA CONOCERNOS MEJOR). Organizadores Aguinaldo José Gonçalves (Brasil), Juan Manuel Roca (Colômbia).  São Paulo: Editora da Universidade Estadual Paulista; Bogotá: Asociación de Editoriales Universitarias de Colombo, 1996.  (Prismas)
                  

TEXTOS EN ESPAÑOL TEXTOS EM PORTUGUÊS

ACERTIJO

Antes,
el miedo tenía muchos rostros
que me aterraban
porque en todos lo reconocía.
Ahora,
lo que me aterra
es que ya no lo reconozco
porque los tiene todos.


ÉL

Él ganó las batallas.
Su pelea fue cuerpo a cuerpo
con armaduras y sin ellas.
Se armó con flechas
pudo crear espadas
hizo alianzas con el veneno
logró esculpir el fuego
desnudó el alma de los químicos
supo afilar las palabras
y blandir los libros.
Él murió tantas veces
y fue vencedor muchas más,
peleó tanto y viene tan cansado.
Él ganó todas las batallas
menos una,
menos una con cara de mujer.


LAS ARMAS

Muchos se arman para la guerra.
Es necesario.
Otros se arman para el mundo.
Es preciso.
Algunos se arman para la muerte.
Es natural.
Tú te armas para el amor
y estás tan indefenso
para la guerra,
para el mundo,
para la muerte.


MANOS

A veces
las manos se me caen,
se desgajan como hojas,
se deslizan entre olvidos y ropas,
les nacen grietas por donde pierden
las ganas,
por donde lloran como niñas
mimadas
o como ancianas solas.
Antes,
mis manos y yo
solíamos tener discusiones
pero ya no les hago caso:
se empeñan en convencerme de que
vivir no equivale a hacer cosas.
Les recuerdo que trabajan para mí,
que viven gracias a mí,
pero entonces se ríen de sus grietas
y yo sé del dolor de su risa.
Ellas son tercas, como yo.
Con terror me pregunto
qué pasará el día en que mis manos
dejen de vivir para mí.

 

CORDERO VILLAMIZAR, Luz Helena.  Por arte de palabras.   Bogotá: Universidad Externado de Colombia, - Decanato Cultural, 2009.  72 p.  10x15 cm.  (Colección Un libro por centavos)  Ex. bibl. Antonio Miranda

 

          JARDÍN DE MANOS

          Una mano reemplaza una palabra,
          dibuja una pregunta en el vacío,
          suprime el pensamiento,
          simula un vuelo en la oscuridad,
          va y viene sin dios ni amo,
          no sabe lo que quiere
          pero siempre lo encuentra.
          Las manos tienen los ojos anchos
          y los labios dispuestos
          para contar su desparpajo.
          Suelen deambular en las noches
          como gatos hambrientos,
          ninfas desnudas en la acera del cuerpo,
          Una mano se posa en otra mano
          y se funda una medusa de silencio.
          Suele morir de frío si está sola,
          es su mayor miseria.
          Las manos se resisten a matar los cuerpos.
          Cuando van a la guerra se persignan,
          caen a tierra como flores marchitas.
          Alguien prepara un jardín de manos
          Para adornar la tumba de Dios.

         
          COTIDIANA
         
         
Pasa una ambulancia en la busca de un herido,
          da vueltas el sonido rojo
          ávido de golpes, de caídas,
          buitre que ruega al cielo su alimento.
          Todos nos revisamos el cuerpo
          no sea que exista un agujero
          y por ahí se nos escapen las ganas de movernos,
          de empujar los sapatos.
          Alguien ha visto passar nuestro nombre
          en el desfile de los rezos.
          Es posible que ya estemos muertos.
          y sigamos erguidos como troncos
          que engañan a los pájaros.

 

          LA FLOR Y LA CRUZ
         
         
Cuentan que los soldados afganos
          aman el olor de las rosas,
          que en medio de suas barbas espesas
          aflora de su boca la rosada señal,
          que en el cañón de sus armas florecen los colores
          y antes de disparar aspiran su fragancia.
          Dicen que los sicarios se persignan ante de matar
          y agradecen a Dios después de la hora nefasta.
          He visto la rudeza acariciar un potro con dulzura,
          una madre que castiga com la efigie de un santo,
          Beethoven rasgando la mordaza del reo,
          un espanto que juega en los altares,
          la virgen escoltando la masacre.
          Es visión alucinante es la rosa de Borges
          antes de entrar en el infierno.
          Em todo ello no hay paradoja ni locura,
          la flor y la cruz son parte del enigma.

 

          PARA ESCUCHAR CON LOS OJOS CERRADOS

          Quizá es tu respiración. Óyela, siéntela,
          recorre con ella tu estrutura,
          tu casacarón de sueños,
          el murmullo que acuna tu silencio.
          No es cierto que el oxígeno, que el alvéolo,
          que el diafragma, que la sangre.
          Estos son nombres para evadirnos.
          Lo cierto son los helechos azules,
          los laberintos rojos, los bosques
          que te crecen por dentro
          en donde habitan aves, moluscos,
          raíces metafísicas, planetas,
          peces delirantes que saltan en la mirada.
          Nunca verás esos paisajes,

          No aguantarías su belleza.
          Nos han mentido siempre
          los doctores, los canallas, los necios
          nos quiten el asombro.
          Si cambiamos las palabras
          tendrá voz un universo inédito.
          Abrir bien los ojos: hacia adentro.

 

          LAPSUS LINGUAE

          Y cuando dije tiempo
         
quise decir ahora
         
ventana que se rompe de paisaje
         
ahora
 
         de quiero enredar nubes con los dedos del sueño
          ahora
          de tengo ojos y madura el pan en la penumbra
          No quise decir olvido
         
cuando te dije nada
         
debiste escuchar miedo
          miedo de molusco sin concha
         
de no te vayas nunca
          Suprema cobardia de palabras
          porque dije imposible
          cuando quise decir rabia
          rabia de necessito, de hambre
          rabia de manos que se quedan sin cuerpo
          Y cuando dije adiós
         
debiste oír un alud de hojas secas
          un fuego derretido que cae en el estómago
          un temblor, un barranco de no quiero los días
          Y si no dije amor
          debiste oír silencio
          silencio que carcome, que estala
          No eran mis palabras lo que oías
          era mi viento enterrado
          mi triste frontera del No
          mis bien articulados desatinos.


 
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de José Santiago Naud 

CHARADA

Antes,
o medo tinha muitas caras
que me aterravam
porque em todas isso eu reconhecia.
Agora,
o que me aterra
é que nem isso mais eu reconheço
porque ele todas tem.


ELE


Ele venceu todas as batalhas.
Foi corpo a corpo sua peleja
com armadura o sem.
Armou-se de flechas
pôde fazer espadas
celebrou alianças com o veneno
chegou a esculpir o fogo
desnudou a alma de alquimistas
soube afiar as palavras
e terçar os livros.
Morreu tantas vezes
mas venceu outras muitas mais,
peleou tanto e chega tão cansado.
Ele ganhou todas as batalhas
menos uma,
menos uma com cara de mulher.


AS ARMAS

Muitos armam-se para a guerra.
É necessário,
Outros se armam para o mundo.
É preciso.
Armam-se alguns para a morte.
É natural.
Tu te armas para o amor
e estás tão indefeso
para a guerra,
para o mundo,
para a morte.


MÃOS

Às vezes
tombam minhas mãos,
arrancam-se com folhas,
deslizam entre roupas e esquecimento,
nascem-lhes rachas por onde se escoam
as vontades,
por onde choram com gurias
mimadas
ou velhas sozinhas.
Antes,
minhas mãos e eu
costumávamos entabular discussões
mas já não ligo mais:
elas me querem convencer de que
viver não é igual a fazer coisas.
Lembro-lhes que trabalham para mim,
que vivem graças a mim,
mas então elas se mofam de suas rachas
e eu conheço a dor da sua risada.
São teimosas, como eu.
E eu me pergunto com terror
que pode acontecer no dia em que minhas mãos
deixem de viver por mim.

 

 TRADUÇÕES DE ANTONIO MIRANDA:

 

JARDIM DE MÃOS

          A mão que substitui uma palavra,
          desenha uma palavra no vazio,
          extingue o pensamento,
          simula um voo na escuridão,
          vai e vem sem deus nem dono,
          não sabe o que quer
          mas sempre encontra.
          As mão têm os olhos largos
          e os lábios dispostos
          para contar seu desembaraço.
          Costumam vagar pelas noites
          como gatos famintos,
          ninfas nuas na beirada do corpo.
         A mão que repousa em outra mão
          e cria uma medusa de silêncio.
          Costuma morrer de frio se está só,
          é a sua miséria maior.
          As mãos vacilam em matar os corpos.
          Quando vão à guerra se persignam,
          caem por terra como flores murchas.
          Alguém prepara um jardim de mãos
          para adornar o túmulo de Deus.

 

          QUOTIDIANA

          Passa uma ambulância em busca de um ferido,
          dá voltas o som rubro
          ávido de golpes, de quedas,
          abutre que roga aos céus seu alimento.
          Sempre revistamos o corpo
          quem sabe existe um buraco
          e por ali escapam a vontade de mover-nos,
          de calçar os sapatos.
         
Alguém viu nosso nome passar
          no desfile de rezas.
          É possível que já estejamos mortos
          e sigamos de pé como troncos
          que enganam os pássaros.

 

          A FLOR E A CRUZ

          Dizem que os soldados afegãos
          amam o odor das rosas,
          que entre suas barbas espessas
          aflora de sua boca o róseo sinal,
          que no canhão de suas armas florescem as cores
          e antes de disparar respiram sua fragrância.
          Dizem que os sicários se persignam antes de matar
          e agradecem a Deus depois da hora nefasta.
          Eu vi a rudeza acariciar um potro com delicadeza,
          a mãe que castiga com a efígie de um santo.
          Beethoven rompendo a mordaça do réu,
          um espanto que brinca no altar,
          a virgem escoltando o massacre.
          Esta visão alucinante é a rosa de Borges
          antes de ingressar no inferno.
          Em tudo isso não está o paradoxo nem a loucura,
          a flora e a cruz fazem pare do enigma.

 

          PARA ESCUTAR COM OS OLHOS FECHADOS

          Talvez seja tua respiração. Ouça-a, sinta-a,
          recorre com ela tua estrutura,
          tua carcaça de sonhos,
          o murmúrio que embala o silêncio.
          Não é certo que o oxigênio, que o alvéolo,
          que o diafragma, que o sangue.
          Ser apenas nomes para evadir-nos.
          O certo são as samambaias azuis,
          os labirintos vermelhos, os bosques
          que crescem em ti
          onde habitam aves, moluscos,
          raízes metafísicas, planetas,
          peixes delirantes que saltam no olhar.
          Nunca verás estas paisagens,
          não suportarias sua beleza.
          Sempre nos enganaram
          os doutores, os canalhas, os néscios,
          nos livram do assombro.
          Se trocamos as palavras
          terá lugar um universo inédito.
          Arregalar os olhos: para dentro.

 

         


          LAPSUS LINGUAE

          E quando disse tempo
          queria dizer agora
          janela que se abre à paisagem
          agora
          de quero atrapalhar nuvens com os dedos do outro
          agora
          de tenho olhos e amadurece o pão na penumbra.
          Não queria dizer olvido
          quando disse nada
          devias escutar medo
          medo  de molusco sem concha 
          de não vá embora jamais.
          Suprema covardia de palavras
          porque disse impossível 
          quando queria dizer raiva
          raiva de necessito, de fome
          raiva de mãos que ficam sem corpo.
          E quando disse adeus
          deverias ouvir um alaúde de folhas secas
          um fogo derretido que cai no estômago
          um tremor, um barranco de não quer os dias.
          E se não disse amor
          deverias ter ouvido silêncio
          silêncio que corrói, que estala
          Não eram minhas palavras o que ouvias
          era meu vento enterrado
          minha triste fronteira do Não
          meus bem articulados desatinos.   

 
 

 

Página publicada em agosto de 2008; AMPLIADA e republicada em junho 2016.

 




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