LAURA VICTORIA
Laura Victoria fue una escritora colombiana que nació en Soatá en el año 1904 y falleció en Ciudad de México en mayo de 2004. Su verdadero nombre era Gertrudis Peñuela, aunque escogió el seudónimo para publicar sus trabajos; de todas formas se la recuerda por ambos nombres. Se caracterizó por ser una poetisa que cultivó con especial vigor la poesía erótica y sentimental, a través de un toque de pulida sensualidad y una exquisita calidad literaria. Sus últimas obras fueron poemas con un estilo místico; según lo explican sus biógrafos, dicho cambio en su escritura se debió a un viaje que realizó por Tierra Santa que la marcó profundamente en su vida personal y artística. Cabe mencionar que se la considera una destacada protagonista de la poesía del siglo XX y su nombre se encuentra emparejado con el de personalidades indiscutibles de la lírica latinoamericana, como lo fueron Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, Rosario Sensores y Alfonsina Storni. Perteneció a la Academia Colombiana de la Lengua y también realizó labores periodísticas en diferentes medios de la época.
Entre sus obras más importantes pueden mencionarse "Llamas azules", "Cráter sellado", "Viaje a Jerusalem" y "Cuando florece el llanto". A continuación presentamos algunos poemas de su autoría, entre los que se encuentran "Cuando regreses", "Bohemia" y "Plenitud". Fuente de la biografia y foto: https://nomequitespaz.blogspot.com
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
Cuando regreses no hallarás siquiera
Cuando regreses no hallarás siquiera
las huellas del pasado.
En el parque los cisnes se murieron
y las verbenas rojas se secaron.
Esos versos liliales que me oías
cogiéndome las manos,
cambiáronse por otros calcinantes
que visten mi alma de ropaje cárdeno.
Y esas dulces promesas que en tus brazos
hacíasme temblando,
son una cuerda rota en mis oídos
y ni un eco doliente me dejaron.
Naufragaron también en mis pupilas
tus ojos de gitano,
y en mi boca se helaron en silencio
las huellas calcinantes de tus labios.
Cuando regreses no hallarás siquiera
vestigios del pasado.
En el parque los cisnes se murieron
y en mi boca tus besos se borraron.
ALBAREDA, Ginés de; GARFIAS, Francisco. Antología de la poesia hispano-americana – Colombia. Madrid: Biblioteca Nueva, 1957. 571 p.. Ex. bibl. Antonio Miranda
ADIOS
Tu barco azul por hondas lejanías
se va con rumbo a lo desconocido,
y tu adiós en el lino que se bebe
el llanto amargo del silencio mío.
Me voy también para evocarte a solas
en la sombra de viejos tamarindos,
sobre la fiebre de la playa escueta
que besa loco el turbulento río.
Refrescaré el bochorno de las horas
en mi hamaca de tedios amarillos;
para besarte cerraré los ojos
rasgando brumas y salvando abismos.
Allá te esperaré, junto a las breñas
perfumadas con flores de tomillo,
sin más adornos que mis ojos glaucos,
mi boca fresca y mis cabellos finos.
Beberemos amor entre la copa
crepuscular de oros desteñidos,
teniendo por alfombras los cañales
y por cendál la prisa de los riscos.
Seremos dos palmeiras solitarias
enlazando sus plumas sobre el río,
con el raigambre entre la tierra húmeda
y el penacho rozando el infinito.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Trad. de Antonio Miranda
Quando regresses sequer encontrarás
Quando regresses sequer encontrarás
os vestígios do passado.
No parque dos cisnes morreram
e as verbenas vermelhas definharam.
Esses versos lilases que me ouvias
colhendo minhas mãos,
foram trocados por outros calcinantes
que vestem minha alma com roupagem de cardo.
E essas doces promessa que em teus braços
me fazias tremendo,
são uma corda rota em meus ouvidos
e nem um eco dolente me restaram.
Naufragaram também em minhas pupilas
teus olhos de cigano,
e em minha boca gelaram em silêncio
os vestígios calcinantes de teus lábios.
Quando regresses não encontrarás sequer
vestígios do passado.
No parque os cisnes morreram
e em minha boca teus beijos se apagaram.
ADEUS
Teu barco azul por profundas distâncias
afasta-se na direção do desconhecido,
e o teu adeus no tecido que se bebe
o pranto amargo do silêncio meu.
Vou-me também para evocar-te sozinha
na sombra de velhos tamarindos,
pela febre da praia descoberta
que beija louco o turbulento rio.
Refrescarei o mormaço das horas
em minha rede de tédios amarelos;
para beijar-te fecharei os olhos
rasgando brumas e salvando abismos.
Lá te esperarei, junto às brenhas
perfumadas com flores de tomilho,
sem mais adornos que meus olhos glaucos,
minha boca fresca e meus cabelos finos.
Beberemos amor entre a copa
crepuscular de ouros desbotados,
tendo por tapetes os canais
e por cendal a pressa dos riscos.
Seremos duas palmeiras solitárias
enredando suas plumas pelo rio,
com um raizame entre a terra úmida
e o penacho roçando o infinito.
Página publicada em julho de 2018
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