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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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JUAN GUSTAVO COBO BORDA

 

 

Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá, 1948) es poeta, ensayista y crítico literario. Ha desarrollado una intensa actividad editorial como director y fundador de revistas culturales (Eco y Gaceta de Colcultura), comentarista de libros (La alegría de leer, 1976; La tradición de la pobreza, 1980; La otra literatura latinoamericana, 1982; Letras de esta América, 1986), y antologista (Obra en marcha I y 11. La nueva literatura colombiana, 1974 y 1976; Albun de poesía colombiana, 1980; Antología de la poesía hispanoamericana, 1985). Durante su permanencia en el Instituto Colombiano de Cultura (1975 – 1983), impulsó la colección Biblioteca Básica Colombiana, donde aparecieron obras de Baldomero Sanín Cano, Luis Tejada, Aurelio Arturo, Eduardo Cote Lamus y Jorge Gaitán Durán, entre otros. Luego de trabajar como subdirector de la Biblioteca Nacional, inició su carrera diplomática como agregado cultural de las embajadas de Colombia en Argentina y España. Cobo Borda ha publicado libros sobre el pintor Alejandro Obregón (1985); los escritores Germán Arciniegas (1987), José Asunción Silva (1988) y Alvaro Mutis (1989). Son conocidos sus ensayos “La narrativa colombiana después de García Márquez; visión a vuelo de pájaro” (1988), “La nueva poesía colombiana: una década 19701980″ (1979), “Mito” (1988) -de esta revista publicó, además, una Selección de textos en 1975- y “El nadaísmo” (1988). Entre sus colecciones de poemas, publicadas en Bogotá, Caracas, Buenos Aires y México, figuran: Consejos para sobrevivir (1974), Ofrenda en el altar del bolero(1981), Todos los poetas son santos e irán al cielo (1983) y Poemas orientales y bogotanos (1992).   Biografía: http://circulodepoesia.com/

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

ANTOLOGÍA DE LA POESÍA HISPANOAMERICANA. Org. José María Gómez Luque.  4ª. reimpresión.  Madrid: Editorial Alba, 1999.  192 p.    ISBN 84-7567-072-5  Ex. Bibl. Antonio Miranda 

 

                POÉTICA

        ¿Cómo escribir ahaora poesía,
         por qué no callarnos definitivamente
         y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
         ¿Para qué aumentar las dudas,
         revivir antiguos conflitos,
         imprevistas ternuras;
         ese poco de ruido
         añadido a un mundo
         que lo sobrepasa y anula?
         ¿Se aclara algo con semejante ovillo?
         Nadie la necesita.
         Residuo de viejas glorias,
         ¿a quién acompanha, qué heridas cura?

 

        AUTÓGRAFO

        A los poetas de antes
         les pedían geralmente, un acróstico.
         Sólo que ahora,
         cuando el rencor es la única palabra
         que sé pronunciar,
         ¿con qué enrevesada caligrafia
         (letra palmer, ¿no?)
         lograré trasmitir el profundo desprecio
         que hay en mí?
         Aprieto los dientes, y sigo,
         exento de todo ramanticismo:
         mi tarea consiste
         en redactar notas necrológicas
         dos o tres veces al año.
         A quien se debate, también,
         entre el abandono y la lástima:
         tal podría se la gandilocuente dedicatoria,
         y luego los prolijos catorce versos,
         llenos de almíbar.
         Qué decirte
         que no le hubieran dicho ya,
         la muchacha de la casa, la tía solteirona:
         resignación y experiência.
         A los libros, quítales el polvo;
         ordena el closet, y consegue aquella matas
         que siempre han querido para el balcón del apartamento.
         (La tragedia consérvala en secreto.)

 

        RUE DE MATIGNON, 3
           

         El viejo judío enfermo — su oficio es mirar —
         levanta con el índice el párpado paralizado:
         allí están los polvorientos estandartes del Emperador.
         Las leyendas del liberalismo
         no han logrado enturbiar su gesto aristocrático.
         Además, renegar de Yahvé, mendigar unos francos
         no era, en verdad, asunto grave.
         Quedava el idioma, y el antiguo oficio de Dios
         que es perdonar. Pero el desterrado no es hombre práctico:
         desdicha y aflicción,  como en toda biografía respetable.
         Mientras Matilde cotorrea,
         Heine, aburrido, se demora en morir.

 

 

TENORIO, Harold Alvarado.  Ajuste de cuentas.  La poesia colombiana del siglo XX.  Con un prólogo de Antonio Caballero.   Palma de Mallorca, España: Agatha, 2014.  662 p.   16,5x21,5 cm.  ISBN 978-980-6523-85-2    Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

Epílogo

 

Terreno baldío mugre, cenizas,

Y esa cerca desvencijada. Pocas matas

brotando aquí y allá.

Todo coma esa hora

aborrecible

en que olvidamos la clave.

Cáscaras de huevo,

lo que queda luego de exprimirla naranja

cajetillas vacías. sin dejar de ver

extensión tan árida

el poeta escarba entre basuras.

 

 

Retrato al óleo con sombrero y bastón del poeta cubano Gastón Baquero

 

Allí está, con su isla a cuestas

evaporada cada noche en el sueño

y reconstituida en el verde amanecer del poema.

Escrito a mano, cada verso

se baña en el aceite original

de un escalofrío nuevo.

No rompe con el pasado:

se limita a agregarle una palmera.

 

La brisa pasa por el sonajero

mientras monedas y llaves

tintinean en sus bolsillos cada día más anchos.

Más generosos de juguetes traviesos:

un galeón de Manila dentro de una botella, por ejemplo.

El café con leche manchó su corbata

pero su ancho sombrero

de pastor presbiteriano

recompone el equilibrio del universo.

 

Astuto como un leopardo de Kenia

lo acompañan un negro, una mandolina

y un ajiaco

con el hervor de todos los frutos de la tierra.

 

Lo inventó todo

y todo le hace genuflexiones con su cabeza

asintiendo ante el danzón de su palabra,

cariciosa y alerta.

 

Que las diosas del mar lo preserven.

Que la luz del Caribe

fecunde, por fin,

el pedregoso camino que no termina en Salamanca.

Que allí reine, ancho, plácido, terrible,

como cualquiera de sus certeros poemas.

 

 

CAVAFIS

 

Las calles de Alejandría están llenas de polvo,

el resoplido de carros viejos y un clima

ardiente y seco cerrándose en torno a cada cosa viva.

Incluso la brisa trae sabor a sal.

En el letargo de las dos de la tarde

hay un ansia secreta de humedad

y el tendero busca en sueños, con obstinación,

la áspera suavidad de una lengua inventando la piel.

Bebe con avidez el agua amarga de la siesta

y despierta cansado por ese insecto que vibra insistente.

La frescura de la tarde desaparece también

y su única huella fue este sudor nervioso

y el bullicio que minuto a minuto agranda los cafés.

Pasan los muchachos, en grupo, alborotando

y aquel hombre comprende

que ninguna palabra logrará atrapar sus siluetas.

La noche devora y confunde

haciendo más largo su insomnio,

más hondos sus pasos por sucias callejuelas.

El amanecer lo encontrará contemplando

ese velero que abandona el muelle

y atraviesa la bahía, rumbo al mar.

 

 

 

                    TEXTOS EM PORTUGUÊS
                    Tradução: Antonio Miranda

 

 

EPÍLOGO

 

Terreno baldío, sujeira, cinzas,
e essa cerca desconjuntada. Pouco mato
brotando aqui e acolá.
Tudo como essa hora
aborrecível
em que esquemos a senha.
Cascas de ovo,
o que resta depois de esprimir a laranja
caixas vazias, sem deixar de ver
extensão tão árid
poeta escarva entre porcarias.


 

 

RETRATO A ÓLEO COM CHAPÉU E BASTÃO
DO POETA CUBANO GASTÓN BAQUERO


Ali está, com sua ilha às costas
evaporada cada noite no sonho
e reconstituída no verde amanhecer do poema.
Manuscrito, cada verso
banhado em azeite original
de um calafrio novo.
Não rompe com o passado:
se limita a agregar-lhe uma palmeira.

 

A brisa passa pelo chocalho
enquanto moedas e chaves
tilitam em seus bolsos cada dia maiores.
Mais generosas de brinquedsos travessos:
um galeão de Manila dentro de uma garrafa, por exemplo.
O café com leite manchou sua gravata
mas seu amplo chapéu
de pastor presbiteriano
recompõe o equilíbrio do universo.

 

Astuto como um leopordo do Quênia
acompanhado de um negro, um bandolim

e um picante
com o fervor de todos os frutos da terra.

 

Inventou tudo
e tudo faz genuflexões com a cabeça
assistindo diante da dança de sua palavra,
carinhosa e alerta.

 

Que as deusas do mar preservem-no.
Que a luz do Caribe
fecunde, afinal,
o pedregoso caminho que não termina em Salamanca.
Que ali reine, amplo, plácido, terrível,
comos qualquer um de seus certeiros poemas.

 

 

 

CAVAFIS

 

As ruas de Alexandria estão empoeiradas,
o resfôlego de carros velhos e um clima
ardente e seco fechando-se em torno de cada coisa viva.
Inclusive a brisa traz o gosto de sal.
Na letargia das duas da tarde
há uma ânsia secreta de umidade
e o vendedor busca em sonhos, obstinadamente,
a áspera suavidade de uma língua inventando a pele.
Bebe com avidez a água amarga da soneca
e desperta cansado por esse mosquito que vibra insistente.
A frescura da tarde desaparece também
e seu único vestígio era este suor nervoso
e o barulho que minuto a minuto amplia os cafés.
Passam os jovens, em grupo, alvoroçando
e aquele homem entende
que nenhuma palavra conseguirá fisgar suas silhuetas.
A noite devora e confunde
ampliando sua insônia,
mais fundos seus passos pelas sujas ruelas.
O amanhecer o encontrará contemplando
esse veleiro que abandona o cais


POÉTICA

        Como escrever agora poesia,
         por que não calarmos definitivamente
         e dedicar-nos a coisa bem mais úteis?
         Para que aumentar as dúvidas,
         reviver antigos conflitos,
         ternuras imprevistas;
         esse pouco de ruído
         acrescido a um mundo
         que o supera e anula?
         Se esclarece algo com semelhante novelo?
         Ninguém merece.
         Resíduo de antigas glórias,
         a quem acompanha, que feridas cura?

         AUTÓGRAFO

         Aos poetas de antes
         pediam, geralmente, um acróstico.
         Acontece que agora,
         quando o rancor é a única palavra
         que eu sei pronunciar,
         com que enviesada caligrafia
         lograrei transmitir o profundo desprezo
         que existe em mim?
         Aperto os dentes, e sigo,
         livre de qualquer romantismo:
         minha tarefa consiste
         em redigir notas funerárias
         duas ou três vezes por ano.
         A quem se debate, também,
         entre o abandono  e a lástima:
         tal poderia ser a grandiloquente dedicatória,
         e depois os prolixos quatorze versos,
         plenos de calda.
         Que dizer-te
         que já não te disseram antes,
         a empregada da casa, a tia solteirona:
         resignação e experiência.
         Retirem o pó dos livros;
         organiza o closet, e consiga aquelas plantas
         que sempre quiseste para a varanda do apartamento.
         (A tragédia, mantenha-a em segredo.)

        
        
RUE DE MATIGNON, 3
           
           
O velho judeu enfermo — seu ofício é mira —
         levanta com o índice a pálpebra paralisada:
         ali esta os empoeirados estandartes do Imperador.
         As legendas do liberalismo
         não conseguiram perturbar seu gesto aristocrático.
         Além disso, renegar Javé, mendigar alguns francos
         não era, verdadeiramente, assunto grave.
         Restava o idioma, e o antigo ofício de Deus
         que é perdoar. Mas o desterrado não é homem prático:
         infortúnio e aflição, como em toda biografia respeitável.l
         Entretanto, Matilde tagarela,
         Heine, entediado, demora para morrer.
        


 

Página publicada em junho de 2016; ampliada em junho de 2018

 


 

 

 
 
 
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