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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

JOSÉ EUSEBIO CARO

 

José Eusebio Caro Ibañez. (Ocaña1, 5 de marzo de 1817 — † Santa Marta, 28 de enero de 1853). Fue un poeta y escritor de la generación posterior a la Independencia de Colombia. También fue ideólogo y fundador del Partido Conservador Colombiano, viajó a Estados Unidos en 1850, regresó a Colombia en 1853 y murió en Santa Marta.

En 1836, fundó con José Joaquín Ortiz el seminario La Estrella Nacional, y publicó sus primeras poesías y ensayos, comprometidos con la realidad social y política del país.(...). Los temas de sus poesías fueron variados, dentro de una propuesta romántica; con sabor a ausencias y lejanía, suspirantes y pletóricos de lamentaciones. (...) Fuente: wikipedia

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

POEMAS DE COLOMBIA. ANTOLOGÍA DE LA ACADEMIA COLOMBIANA. Prólogo y epílogo de Felix Restrepo S. J.  Edición y notas biográficas de Carlos Lopez Narvaez.  Medellin: Editorial Bedout, 1959. 623 p.  16x23 cm.  capa dura  Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

EN ALTA MAR

 

¡Céfiro, rápido lánzate, rápido empújame y vivo!
Más redondas mis velas pón: del proscrito a los lados,
haz que tus silbos susurren dulces y dulces suspiren.
Haz que pronto del patrio suelo se aleje mi barco.

 

¡Mar eterno! por fin te miro, te oigo, te tengo!
Antes de verte hoy, te había ya adivinado.
Hoy en torno mío tu cerco por fin desenvuelves.
¡Cerco fatal! maravilla en que centro siempre yo hago.

 

¡Ah! que esta gran maravilla conmigo forma armonía.
Yo, proscrito, prófugo, pobre, infeliz, desterrado,
lejos voy a morir del caro techo paterno
¡lejos ay, de aquellas prendas que amé, que me amaron!

 

Tanto infortunio solo debe llorarse en tu seno;

quien de su amor arrancado y de Patria y de hogar y de hermanos

solo en el mundo se mira, debe primero que muera,

darte su adiós y, por última vez, contemplarte, ¡Océano!

 

Yo, por la tarde así, y en pie de mi nave en la popa,
alzo los ojos —mira— solo tú y el espacio.
Miro al sol que, rojo, ya medio hundido en tus aguas,
tiende, rozando tus crespas olas, el último rayo:

 

Y un pensamiento de luz entonces llena mi mente:
pienso que tú, tan largo, y tan ancho, y tan hondo, y tan vasto,
eres con toda tu mole, tus playas, tu inmenso horizonte,
¡solo una gota de agua, que rueda de Dios en la mano!


Luego, cuando en hosca noche, al son de la lluvia,
poco a poco me voy durmiendo, en mi Patria pensando,
sueño correr en el campo do niño corrí tantas veces,
a ver a mi madre que llora a su hijo; lanzarme a sus brazos...

 

Y oigo junto entonces bramar tu voz incesante.
Oigo bramar tu voz, de muerte vago presagio;
¡Oigo las lonas que crujen, siento el barco que vuela!
¡Dejo entonces mis dulces sueños y a morir me preparo!

 

¡Oh morir en el mar! ¡morir terrible y solemne,
digno del hombre! ¡Por tumba el abismo, el cielo por palio
¡Nadie que sepa dónde nuestro cadáver se halla!
Que eche encima el mar sus olas ¡y el tiempo sus años!

 

 

EN BOCA DEL ULTIMO INCA

 

Ya de los Blancos el cañón huyendo,
hoy a la falda del Pichincha vine,
como el sol vago, como el sol ardiente,
          ¡como el sol libre!

 

Padre Sol, oye: por el polvo yace
de Manco el trono; profanadas gimen
tus santas aras: yo te ensalzo solo,
          ¡solo, más libre!

 

Padre Sol, oye: sobre mí la marca
de los esclavos señalar no quise
a las naciones; a matarme vengo,
          ¡a morir libre!

 

Hoy podrás verme desde el mar lejano,
cuando comiences en ocaso a hundirte,
sobre la cima del volcán tus himnos
          cantando libre.

 

Mañana solo, cuando ya de nuevo
por el oriente tu corona brille,
tu primer rayo dorará mi tumba,
          ¡mi tumba libre!

 

Sobre ella el cóndor bajará del cielo;
sobre ella el cóndor que en las cumbres vive
pondrá sus huevos y armará su nido,
          ¡ignoto y libre!

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

Tradução de Antonio Miranda

 

 

         

EM ALTO MAR

 

 Zéfiro, rápido avança, rápido empurra-me e vivo!
 Arredonda mais as minhas velas: do proscrito aos lados,
 faz que teus  assobios  sussurrem doces e doces suspirem.
 Faz que repente do solo pátrio se afaste meu barco.

 

 Mar eterno! Finalmente te vejo, te ouço, tenho-te!
 Antes de ver-te hoje, já te havia adivinhado.
 Hoje arredor de mim te cerco por fim desenvolves.
 Cerco fatal! Maravilha em que centro sempre eu faço.

 

 Ah! que esta grande maravilha comigo forma harmonia.
 Eu, proscrito, prófugo, pobre, infeliz, desterrado,
 longe vou a morrer do caro teto paterno
 longe ai!, daquelas prende que amei, que me amaram!

         

 Tanto infortúnio só devemos chora em teu seio;
 quem de seu amor arrancado e de Pátria e de lar e de irmãos
 sozinho no mundo se olha, deve primeiro morrer,
 dar-te seu adeus e, por última vez, contemplar-te, Oceano!

 

 Eu, pela tarde assim, e de pé em minha nave na popa,
 alço os olhos — miro — apenas tu e o espaço.
 Miro o sol que, rubro, já meio afundado em tuas águas,
 estende, roçando tuas crespas ondas, o último raio.

 

 E um pensamento de luz então preenche minha mente:
 penso que tu, tão amplo, e tão largo, e tão fundo, e tão vasto,
 és com toda teu miolo, tuas praias, teu imenso horizonte,

 Só uma gota de água, que roda de Deus na tua mão!

 

 Logo, quando em rude noite, ao som da chuva,
 pouco a pouco vou dormindo, em minha Pátria pensando,
 sonho correr pelo campo de menino corri tantas vezes,
 a ver meu pai que chora por seu filho; tomar-me em seus braços...

 

 E ouço então bradar tua voz incessante.
 Ouço bradar tua voz, de morte vago presságio;
 Ouço as lonas que estalam, sinto o barco que voa!
 Deixo então meus doces sonhos e a morrer me preparo!

 

 Oh morrer no mar!  Morrer terrível e solene,
 digno do homem! Por tumba o abismo, o céu por pátio!
 Ninguém que saiba onde nosso cadáver se acha!
 Que ponha em cima o mar suas ondas, e o tempo seus anos!

 

 

 

          NA BOCA DO ÚLTIMO INCA

 

          Já dos Brancos o canhão fugindo,
          hoje ao sopé do Pichincha vim,
          como o vago sol, como o sol ardente,
                    como o sol livre!

 

          Pai Sol, ouça: pelo pó jaz
          de Manco o trono; profanadas gemem
          teus santos  altares: eu te exalto só,
                     só, mais livre!

 

          Pai Sol, ouça: sobre mim a marca
          dos escravos assinalar não quis
          às nações: a matar-me venho,
                    a morrer livre!

 

          Hoje poderás ver-me desde o mar distante,
          quando comeces no ocaso a afundar-te,
          sobre o cume do vulcão teus hinos
                    cantando  livre.

 

          Manhã só, quando já de novo
          pelo oriente tua coroa brilhe,
          teu primeiro raio dourará minha tumba,
                    minha tumba livre!

 

          Sobre ela o condor baixará do céu;
          sobre ela o condor que nos cumes vive
          porá seus ovos e armará seu ninho,
                    ignoto e livre!

 


Página publicada em junho de 2016

 

 

 


 


 

 

 
 
 
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