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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




JORGE GAITÁN DURÁN


(1924-1962)

 

Nació en la población colombiana de Pamplona en 1924 y murió en un accidente aéreo en 1962. Radicado desde temprana edad en Bogotá, inició sus estudios de Derecho sin llegar a terminarlos, debido a su profunda vocación literaria y a su inquietud viajera. Periodista, cuentista, ensayista, dramaturgo, traductor y fundamentalmente poeta, enriqueció su educación intelectual en sus prolongadas estadías en el exterior.

 

El final de su peregrinaje por Europa marcó un cambio que se percibió en su obra poética

 

Libros de poesia: lnsistencia en la tristeza, Presencia del hombre, Asombro,  El

libertino, Los amantes y Si mañana despierto.

 

TEXTO EN ESPAÑOL / TEXTO EM PORTUGUÊS

 

 

EL GUERRERO

 

Lleva la muerte en su espada quien por amor debe

morir o matar lo que ama, magnánimo con su pena

pues no busca olvido sino infierno.

Si el arma hunde en otro pecho, en su pecho la aloja,

mas la corroña no es suya sino definitivamente ajena.

Vivo queda, es decir, culpable. No sóloarrastra tormento

para siempre: mil veces repite su delito.

Porque sanguinario es el príncipe con gentes que no odia ni conoce

y Dios condena por el mismo mal que es su obra y losjueces

castigan al que rechaza la injusticia, él por ella pidió ser condenado.

Castrado, no: aprende a ser hombre quien por seria sufre, quien

entre tierra y cielo sóloquiere ser hombre. No será su existencia fácil

como respeto de puta: guerrero, si, o loco pero nunca inocente.

 

 

AMANTES

 

Somos como son los que se aman.

Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos

desconocidos que se estrechan a tientas,

cicatrices con que el rencoroso deseo

señala a los que sin descanso se aman:

el tedio, la sospecha que invencible nos ata

en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.

Enamorados como dos locos,

dos astros sanguinarios, dos dinastías

que hambrientas se disputan un reino,

queremos ser justicia, nos acechamos feroces,

nos engañamos, nos inferimos las viles injurias

con que el cielo afrenta a los que se aman.

Sólo para que mil veces nos incendie

el abrazo que en el mundo son los que se aman

mil veces morimos cada día. 

 

 

 

TENORIO, Harold AlvaradoAjuste de cuentas.  La poesia colombiana del siglo XX.  Con un prólogo de Antonio Caballero.   Palma de Mallorca, España: Agatha, 2014.  662 p.   16,5x21,5 cm.  ISBN 978-980-6523-85-2    “ Harold Alvarado Tenorio “ Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

AMANTES II

 

Desnudos afrentamos el cuerpo
como dos ángeles equivocados,
como dos soles rojos en un bosque oscuro,
como dos vampiros al alzarse el día,
labios que buscan la joya del instante entre dos muslos,
boca que busca la boca, estatuas erguidas
que en la piedra inventan el beso
sólo para que un relâmpago de sangres juntas
cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles em el estío,
sentados como diosos ebrios
para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
tendidos como guerreiros de dos pátrias que el alba separa,
en tu cuerpo soy el incendio del ser.


Se juntan desnudos

 

Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo al deseo.
No se ven cuando se aman, belos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Sólo en la palabra, luna inútil, miramos
como nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrelas enemigas, impérios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.

 

 

 

 

 

 

 


TEXTO EM PORTUGUÊS

Tradução de Antonio Miranda

 

O GUERREIRO

 

Leva a morte nas costas quem por amor deve

morrer ou matar o que ama, magnânimo com sua pena

pois não busca o olvido mas o inferno.

Se a arma afunda em outro peito, em seu peito se aloja,

mas a coronha não é sua mas definitivamente alheia.

Vivo permanece, quer dizer, culpado. Não apenas carrega tormento

para sempre: mil vezes repete seu delito.

Porque é sanguinário é o príncipe com gente que não odeia nem conhece.

Deus condena pelo mesmo mal que é sua obra e os juizes

Castigam a quem rechaça a injustiça, quem por ela pediu ser condenado.

Castrado, não: aprende a ser homem quem para sê-lo sofre, quem

entre a terra e o céu quer ser homem. Não será fácil sua existência

como respeito de puta: guerreiro, sim, ou louco, mas jamais inocente.

 

 

 

AMANTES

 

Somos como são os que se amam.

Ao desnudar-nos somos dois desconhecidos

monstruosos que se apalpam,

cicatrizes com um rancoroso desejo

apontam para os que sem descanso se amam:

o tédio, a suspeita que invencível nos ata

em sua malha, como na ausência de deuses adúlteros.

Apaixonados como dois loucos,

dois astros sanguinários, duas dinastias

famintas disputando um reino,

queremos ser justiça, ferozes nos espreitamos,

nos enganamos, inferimos as injúrias vis

com que o céu enfrenta os que se amam.

Só para que mil vezes nos incendeie

o abraço que no mundo são os que se amam

mil vezes morreremos cada dia.  

 

 

Unem-se desnudos

 

Dois corpos que se unem desnudos
a sós na cidade onde habitam os astros
inventam sem repouso o desejo.
Não se veem quando se amam, belos
e atrozes ardem como dois mundos
que uma vez a cada mil anos se cruzam no céu.
Apenas na palavra, lua inútil, olhamos
como nossos corpos são quando se abraçam,
interpenetram, cospem, sangram, rochas que se destroçam,
estrelas inimigas, impérios que se enfrentam.
Acariciam-se efêmeros entre mil sóis
que de despedaçam, beijam-se até as profundidades,
saltam como dois delfins brancos no dia,
passam como um só incêndio pela noite.

 


AMANTES II

 

Desnudos enfrentamos o corpo
como dois anjos equivocados,
como dois sóis rubros no bosque escuro,
como dois vampiros ao romper o dia,
lábios que buscam a joia do instante entre as coxas,
boca que busca a boca, estátuas erguidas
que na pedra inventam o beijo
apenas para que um relâmpago de sangues unidas
cruze a invencível morte que nos chama.
De pé como preguiçosas árvores no estio,
sentados como deus ébrios
para que me abrasem no pó de teus astros,
estirados como guerreiros de duas pátrias que a aurora separa,
em teu corpo sou o incêndio do ser.

 

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Palavra chave:  Poesia erótica

 



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