ROSAMEL DEL VALLE
(1901-1965)
Curacaví, 1901-Santiago, 1965. Su poesía hace suya una dimensión profética, asumiendo los grandes temas metafísicos y buscando ciertas coordenadas que están más allá de lo histórico y cotidiano, tales como la visión de la muerte, la dimensión interna del tiempo, el sentido de la existencia. Es un buceo del mundo exterior como de las capas profundas del ser, funciona como búsqueda ontológica, la penetración de los dominios
del sueño y del subconsciente. Libros como Poesía, 1939; Orfeo. 1944 y Muertes y ceremonias, 1952; despliegan un esfuerzo por iluminar, a través del lenguaje, las zonas más oscuras y trascendentes de la experiencia humana —el amor, la muerte, la memoria—. De esta manera Del Valle se instala de lleno en las nuevas formas poéticas de la poesía de la modernidad, asumiendo la desescritura de la poesía tradicional, la negación de la lógica convencional y de las categorías de espacio y tiempo.
"Ha creado una nueva realidad, una existente irrealidad que vive sólo en el lenguaje y sus hallazgos, y que si de algún modo ha de ser a la vida real, ha de serlo a la preconsciencia y el sueño, del cual esa visión ha sido extraída en el instante privilegiado de la iluminación." (IGNACIO VALENTE)
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
EL VIAJERO Y SUS RAÍCES
Cuerpo de cuerdas errantes en una invasión destruida
Al que suman árboles y océanos cargados de eclipses.
Mi pensamiento vive en ellos y duerme mientras huyen los arcos de fuego
De las alondras perseguidas por el cielo que desciende.
Ciudad de interminable cantar a la mano que se corre en busca de las
sábanas nocturnas
E interminable despertar en las zonas anticipadas del gran día
próximo y líquido.
Hay un pensamiento reflejado en la línea que se rompe desde un punto
Donde la angustia enciende lámparas movibles, agitadas
Hasta el dolor del pecho y de los ojos, hasta el frío de los dedos y de las uñas
En fuga transparente y despiadada.
Bella existencia de un espacio de azufre con soles de otoño,
Viene con pulso de cuerda lejana y perdida en los alambres del aire
A mi siga, revoloteando, extendida, con pies cerrados y ágiles.
A su lado descansan los lechos sin luces y preparados para el próximo cuerpo
Que es de una gran imagen sin luces y preparados para el próximo Cuerpo
Porque la angustia líquida tiñe de rojo el espacio que hay entre uma mano
Y un árbol de frente asesinada.
¡Despertar de un día sin nombre, de un día sin aire, sin sol, sin salida!
Oh, vaga esencia de un mundo reducido a crueles sueños
En oposición con mis lejanos fuegos artificiales extinguidos o en viaje,
Contraria a la conducta de las cosas resplandecientes que me observan,
A la espera del ruido que rompa las murallas de sienes en suspenso.
Magnífica selva de verdes agujas ruidosas que se corren
En transparencia de vidrios nocturnos.
¿Por qué cerrarse de pronto cuando el espacio se enfría y el agua no alumbra?
¿Por qué llamar cuando la sombra sale de los ojos ahogados?
¿Por qué llamar? ¿Por qué aparecer?
Consumida y exacta permanencia en puntillas, refugiado
En abismos de flora espectral, en raíces arrastradas desde lo negro
Del corazón, centinela brillante que vigila los días.
Hay una memoria que se aleja vestida de escamas temblorosas,
Su mansión se derrumba al par de los cielos cruzados de nubes en el agua.
Nada hay próximo a este grito perdido que abre ventanas en los desiertos.
Ni el ruido de su desaparecer deja algún aire de cierta edad detrás de | su sombra,
Ni intervienen las lenguas de los océanos construidos por su magia quemante,
Ni el mundo todo, en fin, que vive todavía de sus raíces cargadas de música.
Oh, sombra herida de angustia universal, infinito aire que viene.
Con qué ruido se rompen mis espejos, mis lenguas, mis anillos de contacto
Al través del sol que se olvida de sus muertos.
Con qué calor se defiende la antigua esperanza de escamas negras y dedos azules,
Húmeda aún de la sangre de amargos alcoholes en que huía siempre, siempre,
Pero sin olvidar de la cascara adherida al brillante fango mágico
De su muerte lenta, apacible, inútil, desesperada, segura.
Ahora qué lejos, mariposas de patas azules, peces de oro, insectos de alambre,
Imágenes hechas de imagen y semejanza de la nada y de la muerte.
El corazón abre sus puertas y el mundo entra de visitayconversay sangra
Sus imágenes, en palabras, en dolores, en heridas.
Por su boca la existencia sale en una larga humareda de cristales,
En un ruido de nidos organizados para la defensa de los árboles.
Magnífica presencia de un Todo sumado a un aire de cielo humano,
Despertar de una segunda adolescencia entre los agitados espacios terrestres
Con el pecho en hierro y los puños en dulce crueldad de angustia que se rompe
Brillante galope de arenas levantadas, de raíces en camino, de aguas en danza.
Rostros nuevos, brazos amigos, pechos sin cadáveres
Nada más para la muerte oh, paciencia de oro, presencia de arterias
deslumbrantes,
Nada más para las cárceles de sueño en barrotes de muerte derramada.
Adiós a las colecciones de islas de lejano incendio verde con la luna en lo alto,
Adiós a los océanos adheridos a las formas del corazón solitario en su
huevo de cristal,
Adiós al hombre caído en las habitaciones cerradas a llave del sueño
que despierta siempre
y que siempre
huye detrás de sí mismo enredado en su piel.
Negras cruces borran los dormitorios de los fantasmas nocturnos
Que se dan la mano en una ronda de signos profundos, herméticos, duros,
Signos de piedras extrañas con cierta significación para las lenguas apagadas,
A pesar del aire que mueve tus dedos y que es un extraño aire todavía
Y a pesar del oro que duerme en tu cabeza solitaria y sin nidos.
Dejadme salir, dejadme salir aire de piel tensa y obscura, dejadme salir
Ojo incorporado de las piedras, de las raíces, de las aguas turbias,
dejadme salir
Paisaje brillante, incendiado de jóvenes o viejos vientos de asfixiante
cabellera, dejadme salir
Pecho de canales sangrientos con barcas de juncos ebrios y dalias des-
nudas, dejadme salir
Corazón cerrado, angustia puerta de vidrio, dejadme salir
Estómago de buque balanceado y torcido por olas negras, dejadme salir
Estatua viva de mis tesoros vitales, cascada de arroz caliente, amada
selva del trueno,
dejadme salir
Piernas temblorosas y acariciadoras que me acompañan en secreto,
dejadme salir
Pies taciturnos, teñidos de césped, de inviernos muertos, de orines
obscuros, dejadme salir
Dejadme salir, radiante cuerpo dormido y cubierto de peces de fuego,
Dejadme salir, dejadme salir.
De Poesía, 1939.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
O VIAJANTE E SUAS RAÍZES
Corpo de cordas errantes numa invasão destruída
A que se somam árvores e oceanos carregados de eclipses.
Meu pensamento vive neles e dorme enquanto fogem os arcos de fogo
Das calhandras perseguidas pelo céu que desce.
Cidade de interminável cantar pela mão que corre em buscas dos
lençóis noturnos
E interminável despertar em zonas antecipadas do grande dia
próximo e líquido.
Há um pensamento refletido na linha que se rompe desde um ponto
Onde a angústia acende lâmpadas móveis, agitadas
Até a dor do peito e dos olhos, até o frio dos olhos e das unhas
Em fuga transparente e impiedosa.
Bela existência de um espaço de enxofre com sóis de outono,
Vem com pulso de corda distante e perdida nos arames do ar
A mim siga, esvoaçando, estendida, com pés fechados e ágeis.
Ao seu lado descansam os leitos sem luzes e preparados para o próximo Corpo
Porque a angústia líquida tinge de vermelho o espaço que há entre a mão
E uma árvore de frente assassinada.
Despertar de um dia sem nome, de um dia sem ar, sem sol, sem saída!
Oh, vaga essência de um mundo reduzido a sonhos cruéis
Em oposição aos meus fogos artificiais distantes, extintos ou em viagem,
Contrária à conduta das coisas resplandecentes que me observam,
À espera do ruído que rompe as muralhas de têmporas em suspenso.
Magnífica selva de verdes agulhas ruidosas que se movem
Em transparência de vidros noturnos.
Por que recolher-se de repente quando o espaço esfria e a água não ilumina?
Por que chamar quando a sombra si dos olhos afogados?
Por que chamar? Por que aparecer?
Consumida e exata permanência na ponta dos pés, refugiado
Em abismos de flora espectral, em raízes arrastadas desde o escuro
Do coração, sentinela brilhante que vigia os dias.
Há uma memória que se afasta vestida de escamas tremulantes,
Sua mansão se desmorona a par dos céus cruzados de nuvens na água.
Há uma memória que se afasta vestida
Nada existe próximo deste grito perdido que abre janelas nos desertos.
Nem o ruído de seu desaparecer deixe algum ar de certa idade detrás de sua
sombra,
Nem interveem as línguas dos oceanos construídos por sua magia abrasante,
Nem o mundo todo, em fim, que vive ainda de suas raízes carregas de música.
Oh, sombra ferida de angústia universal, infinito ar vindo.
Com que ruídos rompem meus espelhos, minhas línguas, meus anéis de contato
Através do sol que esquece os seus mortos.
Com que fervor se defende a antiga esperança de escamas negras e dedos azuis,
Úmida ainda do sangue de amargos álcoois em que fugia sempre, sempre,
Mas sem esquecer a casca aderida ao brilhante lodo mágico
De sua morte lenta, aprazível, inútil, desesperada, segura.
Agora tão distantes, borboletas de pés azuis, peixes de outo, insetos de arame,
Imagens feitas de imagem e semelhança do nada e da morte.
O coração abre suas portas e o mundo entra de visita e sai e conversa e sangra
Por sua boca a existência sai numa enorme fumarada de cristais,
Num ruído de ninhos organizados para a defesa das árvores.
Magnífica presença de um Todo somado a um ar de céu humano,
Despertar de uma segunda adolescência entre os agitados espaços terrestres
Com o peito em ferro e os punhos em doce crueldade de angústia que se rompe
Brilhante galope de areias levantadas, de raízes em caminho, de águas em dança.
Novos rostos, braços amigos, peitos sem cadáveres
Nada mais para a morte oh, paciência de ouro, presença de artérias deslumbrantes,
Nada mais para os cárceres do sonho em barrotes de morte derramada.
Adeus às coleções de ilhas de distante incêndio verde com a lua no alto,
Adeus aos oceanos aderidos às formas do coração solitário em seu ovo de cristal,
Adeus ao home caído nas habitações fechadas à chave do sonho que desperta
sempre
e que sempre
foge atrás de si mesmo atrapalhado em sua pele.
Cruzes negras apagam os dormitórios dos fantasmas noturnos
Que se dão as mão numa ronda de signos profundos, herméticos, duros,
Signos de pedras estranhas com certo significado para as línguas apagadas,
Apesar do ar que move teus dedos e que é um estranho ar ainda
E apesar do ouro que dorme em tua cabeça solitária e sem ninhos.
Deixai-me sair, deixai-me sair ar de pele tensa e obscura, deixai-me sair
Olho incoroporado das pedras, das raízes, das águas turvas, deixai-me sair
Paisagem brilhane, incendiado de jovens ou velhos ventos asfixiante
cabeleira, deixai-me sair
Peito de canais sangrentos com barcas de juncos ébrios e dálias nuas,
deixai-me sair
Coração fechado, angustia porta de vidro, deixai-me sair
Estômago de barco equilibrado e torcido pelas ondas negras, deixai-me sair
Estátua viva de meus tesouros vitais, cascata de arroz quente, amada
selva do trovão,
deixai-me sair
Pernas trêmulas e acariciadoras que me acompanham em segredo,
deixai-me sair
Pés taciturnos, tingido de torrão, de invernos mortos, de urinas obscuras,
deixai-me sair
Deixai-me sair, radiante corpo dormido e coberto de peixes de fogo,
deixai-me sair, deixai-me sair.
Página publicada em junho de 2014
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