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Foto: http://www.tendencias21.net
PEDRO MONTEALEGRE
Pedro Montealegre (Santiago de Chile, 1975 - 2015). es periodista y licenciado en comunicación social por la Universidad Austral de Chile. Ha egresado del doctorado Lengua y Literatura Hispánicas en la Universitat Jaume I de Castellón. Su poesía –torrencial, tan directa y cervical como hecha a golpes, a forjadas de cuchillo, como troceando la carne sótano del mundo. Pedro Montealegre vivió en España, casi a orillas del Mediterráneo valenciano. Causa de su muerte: suicídio, luego de regressar a Chile. Autor de poemarios como “La Palabra Rabia” (Premio César Simón, 2005) o “Animal Escaso”.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
PAÍS IMAGINÁRIO. ESCRITURAS Y TRANSTEXTOS – POESIA EN AMÉRICA LATINA 1960-1979. Selección y notas: Mario Arteca, Benito del Pliego, Maurizio Medo. Edición Maurizio Medo. Madrid: Bolombolo, 2014. 631 p. (Colección Once) ISBN 978-84-1614902-5 Inclui apenas dois poetas brasileiros: Virna Teixeira e Delmo Montenegro. Ex. bibl. Antonio Miranda
QUÉ ES LA RAJADURA, el tajo abierto de la palavra — o un hoyo
en la calle —
incluso una herida
en el fémur de la ciudad, de un hombre que es ciudad, roturas
como género
partido por una uña — letal, carnicera — por un colmillo, dolor
y llamado a decir
y mirar y dolor
de ojo dividido con cuchilla de afeitar, dolor de quien escupe la
vereda y produce
un alacrán amarillo. Este poema es veneno: un ángel preso en
el barrote, el esternón,
un escarabajo — míra-lo: hay gemas y oro em el cobalto de sus
élitros. Es un adolescente
escribiendo con saliva: nos comemos el dolor ¿ qué latido nos
come? Estaré ahí
— por ti — con mi córnea. Ahí reproduciendo en la caverna una
escisión, uma pupila
como ésta
— de gato — uñas — finas — de gato, bigotes de gato, maullido
de gato: metamorfoses,
el desespero
de lo partido por lo nombrado: una raya en el pelo es, um reticu-
lado muy fino
por el lápis de tinta del principal alarife. Un día apareciste
completamente trazado:
hormigas de sangre ordenadas en tus comissuras: nada cuentan
tus vértices. Dijiste:
soy canon:
dijiste: en la ciudad un chico se rió como si ello no importara.
Cada ebrio es
un indicio de cólera cuando dices soy canon, y yo enciendo
un neón, una amapola seca.
Yo comienzo a romper una placenta de madre. Qué es la
rajadura sino um parto. Yo
te digo: vengo — todo tú coordenadas, todo referencias — cada
muerto te disse:
cada tajo te ama.
NO SE SABE QUÉ ESTÁ ESCRITO y qué está imaginado.
Te doy la urea, el sol que uno
orina en los buzones — es de noche. Levanto una ceja al tempo
que bajo la otra, un parentesis para nadie, lleno en rumor
y no de él: una piscina
reflejando la luna — los garapatas del bóxer son corcheas,
pentagrama
su vientre de cachorro. No es ésa nuestra música, Manuel.
Las avispas
roedoras de carne saben bién qué somos. Y de regresso,
el frío es un regalo. Yo
te doy — dientes de hielo —. La rana congelada em um cúbito
resiste: el invierno es
um ojo abierto a su passo. Pero no muere; salta, el sonido del
agua como dijo Basho. Pero hay Levante. De regresso a la
ciudad, la canícula, los
rostros — la guerra — merman, escinden: rotos en la imagen,
sólo hablamos de esto.
Y está mal. Está mal. Pero traducimos así: esse eje de polígono
fue un tercero inominado, figura entre muerte y paleta
de caramelo,
no explicable con lo escrito — lo imaginado no. Nos damos lo
terceiro
cuando hay alba, grafito ennegreciendo las uñas, purpurina
en el cielo.
Se parten nueces al estirar las cervicales: el regalo no sirve, la
coluna se encorva
al telefonear al infinito. Y no. Los niños, no Nadie em la
ventana.
Piedras responden. Y el beso sabe a pómez: el agua a piedra.
Bombas en
tu jeta de alevín: cerezas podridas, carbón, orugas, pañales
sucios com póvora em mis branquías. Te doy el dilema, ¿lírio?,
¿lágrima?
Nos vemos, Manuel,
con púas y no esto. El estío, ¿qué es de él, sino una ruta al hastío?
Un vilano es um ojo
y tú quieres soplar. La eclosión de parasitos rosados — su entrega
al mascarnos la voz. Esse es nuestro acuerdo, dos chicos que
harán felices a las moscas.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
QUE É A RACHADURA, o talho aberto da palavra — ou um buraco
na rua —
inclusive uma ferida
no fêmur da cidade, de um homem que é cidade, rupturas
como gênero
partido por uma unha — letal, carniceira — por um colmilho, dor
e convocado a dizer
e olhar e dor
de olho dividido com lâmina de barbear, dor de quem cospe a
vereda e produz
um escorpião amarelo. Este poema é veneno: um anjo preso no
barrote, o esterno,
um escaravelho — veja-o: tem gemas e ouro no cobalto de seus
élitros. É um adolescente
escrevendo com saliva: comemos a dor que latido nos
come? Estarei aí
— por ti — com minha córnea. Aí resplandecendo na caverna uma
cisão, uma pupila
como esta
— de gato — unhas — finas — de gato, bigodes de gato, miado de
gato: metamorfose,
o desespero
do que é partido pelo denominado: uma listra no pêlo é, um reticu-
lado bem fino
pelo lápis de tinta do principal mestre-de-obras. Um dia apareceste
completamente traçado:
formigas de sangue ordenadas em tuas comissuras: nada contam
teus vértices. Disseste:
sou canhão:
disseste: na cidade um garoto riu-se como se aquilo não importasse.
Cada ébrio é
um indício de cólera quando dizes sou canhão, e eu acedno
um neon, uma amapola seca.
Eu começo a romper uma placenta de mãe. Que é a
rachadura de um parto? Eu
te digo: venho — és todo coordenadas, todo referências — cada
morto te diz:
cada talho te ama.
NÃO SABEMOS O QUE ESTÁ ESCRITO e o que foi imaginado.
Dou-te a ureia, o sol que a gente
urina nas caixas de correio — é noite. Levanto uma sobrancelha
enquanto desço a outra, um parêntese para ninguém, pleno de
rumor e não dele: uma piscina
refletindo a lua — os carrapatos do boxe são colcheias,
pentagrama
seu ventre de filhote. Essa não é a nossa música, Manuel.
As vespas
roedoras de carne sabem bem o que somos. E de regresso,
o frio é um presente.
Dou-te-o — dentes de gelo—, A rã congelada no cubinho|
resiste: o inverno é
um olho aberto ao seu passo. Mas não morre, pula, o som da
água como disse Bashôl. Mas há Levante. De regresso à
cidade, a canícula, os
rostos — a guerra — mermam, escindem: rotos na imagem,
só falamos disto.
E está mal. Está mal. Mas traduzimos assim: esse eixo de polígono
foi um terceiro inominado, figura entre morte e espátula de
caramelo,
não explicável com o escrito — o imaginado não. Nos damos o
terceiro
quando é alba, grafite enegrecendo as unhas, purpurina
no céu.
Nozes partidas ao estirar as cervicais: o presente não serve, a
coluna encurva
ao telefonar para o infinito. E não. E não. As crianças, não. Ninguém
na janela.
Pedras respondem. E o beijo com sabor de pedra-pomes; e a água,
de pedra.
Bombas em
teu focinho de alevino; cerejas podres, carvão, lagartas, fraldas sujas
com pólvora em minhas guelras. Dou-te o dilema, lírio?, lágrima?
Nos veremos, Manuel,
com puas e não isto. O estio, que é?, senão uma rota ao tédio?
Um vilão é um olho
e tu queres soprar. A eclosão de parasitas rosados — sua entrega
ao mastigar-nos a voz. Esse é o nosso acordo, dois meninos que
tornarão felizes as moscas.
Página publicada em dezembro de 2016.
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