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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




GABRIELA MISTRAL

(1889-1957)

 

 

Professora primária em zona rural, foi a primeira figura literária feminina a ganhar o Prêmio Nobel no continente americano. É autora, entre outros livros, de Desolacióm, Ternura, Tala y Lagar.

 

MISTRAL, Gabriela.  Introducción de Muella Servodidio y Marcelo Codduo.  [Textos de diversos autores. Xala, México: Centro de Investigaciones Lingüístico - Literárias — Instituto de Investigaciones Humanísticas.  Universidad Veracruzana.              157 p.                                      Doação de Elga Pérez Laborde

 

             RIQUEZA

             [Poema em um marcador de livro]

 

RIQUEZA
                 
Tradução de ANTONIO MIRANDA

        
Tenho a benção fiel
 e a benção perdida:
a primeira como rosa;
a outra como espinho.
Do que me roubaram
não despossuída:
tenho a benção fiel
 e a benção perdida,
e estou rica de púrpura
e de melancolia.
Ai! que amada é a rosa
e qsue amante o espinho!
Como o contorno duplo
das frutas gêmeas,
tenho a benção fiel
e a benção perdida...

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  / TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

LA TIERRA

 

Niño indio, si estás cansado,

tú te acuestas sobre la Tierra,

y lo mismo si estás alegre,

hijo mío, juega con ella...

 

Se oyen cosas maravillosas

al tambor indio de la Tierra:

se oye el fuego que sube y baja

buscando el cielo, y no sosiega.

Rueda y rueda, se oyen los ríos

en cascadas que no se cuentan.

Se oye mugir los animales;

se oye el hacha comer la selva.

Se oyen sonar telares indios.

Se oyen trillas, se oyen fiestas.

 

Donde el indio lo está llamando,

el tambor indio le contesta,

y tañe cerca y tañe lejos,

como el que huye y que regresa...

 

Todo lo toma, todo lo carga

el lomo santo de la Tierra:

lo que camina, lo que duerme,

lo que retoza y lo que pena;

y lleva vivos y muertos

el tambor indio de la Tierra.

 

Cuando muera, no llores, hijo:

pecho a pecho ponte con ella

y si sujetas los alientos

como que todo o nada fueras,

tú escucharás subir su brazo

que me tenía y que me entrega

a la madre que estaba rota

tú la verás volver entera.

 

GOTAS DE HIEL

No me cantes: siempre queda

a tu lengua apegado

un canto: el que debió ser entregado.

 

No beses: siempre queda,

por maldición extraña,

el beso al que no alcanzan las entrañas.

 

Reza, reza que es dulce: pero sabe

que no acierta a decir tu lengua avara

el sólo Padre Nuestro que salvara.

 

Y no llames la muerte por clemente,

pues en las carnes de blancura inmensa,

un jirón vivo quedará que siente

la piedra que te ahoga

y el gusano voraz que te destrenza.

 

 

COPLAS

 

Todo adquiere en mi boca

un sabor persistente de lágrimas:

el manjar cotidiano, la trova

y hasta la plegaria.

 

Yo tengo otro oficio,

después del callado de amarte,

que este oficio de lágrimas, duro,

que tú me dejaste.

 

¡Ojos apretados

de calientes lágrimas!

¡Boca atribulada y convulsa,

en que todo se me hace plegaria!

 

¡Tengo una vergüenza

de vivir de este modo cobarde!

¡Ni voy en tu busca

Ni consigo tampoco olvidarte!

 

Un remordimiento me sangra

de mirar un cielo

que no ven tus ojos,

¡de palpar las rosas

que sustenta la cal de tus huesos!

 

 

LA LLUVIA LENTA

 

Esta agua medrosa y triste,

como un niño que padece,

antes de tocar la tierra

         desfallece.

 

Quieto el árbol, quiero el viento,

¡y en el silencio estupendo,

este fino llanto amargo

         cayendo!

 

El cielo es como un inmenso

corazón que se abre, amargo.

No llueve: es un sangrar lento

         y largo.

 

Dentro del hogar, los hombres

ni sienten esta amargura,

este envío de agua triste

         de la altura.

 

Este largo y fatigante

descender de agua vencida.

hacia la Terra yacente

         y transida.

 

Bajando el agua inerte,

callada como un ensueño,

como las criaturas leves

         de los sueños.

 

Llueve… y como chacal lento

La noche acecha en la tierra.

¿Qué va a surgir, en la sombra,

         de la Tierra?

 

¿Dormiréis, mientras afuera

cae, sufriendo, esta agua inerte,

esta agua letal, hermana

         de la Muerte?

 

 

CIMA

 

La hora de la tarde, la que pone

su sangre en las montañas.

 

Alguien en esta hora está sufriendo;

una pierde, angustiada,

en este atardecer el solo pecho

contra el cual estrechaba.

 

Hay algún corazón en donde moja

la tarde aquella cima ensangrentada.

 

El valle ya está en sombra

y se llena de calma.

Pero mira de lo hondo que se enciende

de rojez la montaña.

 

Yo me pongo a cantar siempre a esta hora

mi invariable canción atribulada.

 

¿Será  yo la que baño

la cumbre de escarlata?

 

Llevo a mi corazón la mano, y siento

que mi costado mana.

 

 

DAME LA MANO

 

Dame la mano y danzaremos;

dame la mano y me amarás.

Como una sola flor seremos,

como una flor, y nada más.

 

El mismo verso cantaremos,

al mismo paso bailarás.

Como una espiga ondularemos,

como una espiga, y nada más.

 

Te llamas Rosa y yo Esperanza;

                   pero tu nombre olvidarás,

                   porque seremos una danza

                   en la colina, y nada más.  

 

 

LA COPA

         Yo he llevado una copa
         de uma isla a otra isla sin despertar el agua.
         Si la vertía, la sed tradicionaba;
         por una gota, el don era caduco;
         perdida toda, el dueño lloraría.

         No saludé las ciudades;
         no dije el elogio a su vuelo de torres,
         no abrí los brazos en la gran Pirámide
         ni fundé casa con corro de hijos.

         Pero entregando la copa, yo dije
         con el sol nuevo sobre mi garganta:
         — “Mis brazos ya son libres como nubes sin dueño
         y se mece mi cuello en la colina,
         de la invitación de los vales”.

         Mentira fué mi aleluya: vedme.
         Yo tengo la vista caída a mis palmas;
         caminho lenta, sin diamante de agua;
         callada voy, y no llevo tesoro,
         y me tumba en el pecho y los pulsos
         la sangre batida de angustia y de miedo!

 

 

 

RIQUEZA

         Tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida:
         la uma como rosa,
         la outra como espina.
         De lo que me robaron
         no fuí desposeída:
         tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida,
         y estoy rica de púrpura
         y de melancolía.
         ¡ Ay, qué amante es la rosa
         y qué amada la espina!
         Como el doble contorno
         de dos frutas mellizass,
         tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida...
 

 

 

 

 

ANTOLOGÍA DE LA POESÍA ORAL-TRAUMÁTICA DE GABRIELA MISTRAL Y DELMIRA AGUSTINI por Fredo Arias de la Canal.  Ciudad de México: Frente de Afirmación Hispanista, 2016.  107 p.     cm. 

 

         EL ENCUENTRO

         La he encontrado em el sendero.
         No turbo su ensueãno el agua
         ni se abrieron más las rosas;
         abrió el assombro del alma.
         ¡Y una pobre mujer tiene
         su cara llena de lágrimas!

         Llevaba su canto ligero
         en la boca descuidada,
         y a mirarme se la ha vuelto
         grave el cando que entonaba.
         Miré la senda, la hallé
         extraña y como soñada.
         ¡Y en el alba de diamante
         tuve mi cara con lágrimas!

         Siguió su marcha cantando
         y se llevó mis miradas...
         Detrás de él no fueron más
         azules y altas las salvias.
         ¡No importa! Quedó en el aire
         estremecida mi alma.
         ¡Y aunque ninguno me ha herido
         tengo la cara com lágrimas!

         Esta noche no ha velado
         como yo junto a la lámpara;
         como él ignora, no punza
         su pecho de nardo ni ansia;
         pero tal vez por su sueño
         pase un olor de retamas,
         porque una pobre mujer
         tiene su cara con lágrimas!

         Iba sola y no temía;
         con hambre y sed no lloraba;
         desde que lo vi cruzar,
         mi Dios me vistió de llagas.
         Mi madre en su lecho reza
         por mi su oración confiada.
         Pero ¡yo tal vez por siempre
         tendré mi cara con lágrimas!

 

         LA PIÑA

         Allega y no tengas miedo
         de la piña con espadas...
         Por vivir en el plantío
         su madre la crío armada...

         Suena el cuchillo cortando
         la amazona degolada
         que pierde todo el poder
         en el manojo de dagas.

         Cruje en tus dientes molida
         la pobre reina mascada
         y el jugo corre mis brazos
         y la cuchilla de plata.

 

LA COPA

         Yo he llevado una copa
         de uma isla a otra isla sin despertar el agua.
         Si la vertía, la sed tradicionaba;
         por una gota, el don era caduco;
         perdida toda, el dueño lloraría.

         No saludé las ciudades;
         no dije el elogio a su vuelo de torres,
         no abrí los brazos en la gran Pirámide
         ni fundé casa con corro de hijos.

         Pero entregando la copa, yo dije
         con el sol nuevo sobre mi garganta:
         — “Mis brazos ya son libres como nubes sin dueño
         y se mece mi cuello en la colina,
         de la invitación de los vales”.

         Mentira fué mi aleluya: vedme.
         Yo tengo la vista caída a mis palmas;
         caminho lenta, sin diamante de agua;
         callada voy, y no llevo tesoro,
         y me tumba en el pecho y los pulsos
         la sangre batida de angustia y de miedo!

 

 

RIQUEZA

         Tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida:
         la uma como rosa,
         la outra como espina.
         De lo que me robaron
         no fuí desposeída:
         tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida,
         y estoy rica de púrpura
         y de melancolía.
         ¡ Ay, qué amante es la rosa
         y qué amada la espina!
         Como el doble contorno
         de dos frutas mellizass,
         tengo la dicha fiel
         y la dicha perdida...

 

 

 

 

 

 

 

EM PORTUGUÊS

 

 

A TERRA 

 

Tradução de José Jeronymo Rivera

 

Indiozinho, se estás cansado

Tu te recostas sobre a Terra,

fazes igual se estás alegre,

vai, filho meu, brinca com ela...

 

Que de coisas maravilhosas

soa o tambor índio da Terra:

se ouve o fogo que sobe e desce

buscando o céu, e não sossega.

Roda e roda, se ouvem os rios

em cascatas que não se contam.

Se ouve mugir os animais;

comer o machado a selva.

Ouve-se soar teares índios.

Se ouvem trilhos e se ouvem festas.

 

Aonde o índio está chamando,

o tambor índio lhe contesta,

e tange perto e tange longe,

como o que foge e que regressa...

 

Tudo toma, tudo carrega

o corpo sagrado da Terra:

o que caminha, o que adormece,

o que se diverte e o que pena;

os vivos e também os mortos

leva o tambor índio da Terra.

 

Quando eu morrer, não chores, filho:

peito a peito junta-te a ela

e se dominas o teu fôlego

como quem tudo ou nada seja,

tu ouvirás subir seu braço

que me jungia e que me entrega

e a mãe que estava quebrantada

tu a verás tornar inteira.

 

 

GOTAS DE FEL

 

         Trad. de Ruth Sylvia de Miranda Salles

 

 

Não cantes: sempre fica

à tua língua apegado

um canto: o que faltou ser enviado.

 

Não beijes: sempre fica,

por maldição estranha,

o beijo a que não chegam as entranhas.

 

Reza, reza que é bom; mas reconhece

que não sabes, com tua língua avara,

dizer um só Pai Nosso que salvara.

 

E não chames a morte de clemente,

porque, na carne que a brancura alcança,

uma beirada viva fica e sente

a pedra que te afoga

e o verme voraz que te destrança.

 

 

COPLAS

 

         Trad. de Ruth Sylvia de Miranda Salles

 

 

A tudo, em minha boca,

um sabor de lágrimas se acresce;

a meu pão cotidiano, a meu canto

e até à minha prece.

 

Eu não tenho outro oficio,

depois do silente de amar-te,

que este oficio de lágrimas, duro,

que tu me deixaste.

 

Olhos apertados

de candentes lágrimas!

Boca atribulada e convulsa,

em que prece tudo se tornava!

 

Tenho um vergonha

deste modo covarde de ser!

Nem vou em tua busca

nem consigo também te esquecer!

 

E há um romoer que me sangra

de olhar um céu

não visto por teus olhos,

de apalpar as rosas

sustentadas pela cal de teus ossos!

 

 

A CHUVA LENTA

 

         Trad. de Ruth Sylvia de Miranda Salles

 

 

Esta água medrosa e triste,

como criança que padece,

antes de tocar a tierra,

         desfalece.

 

Quietos a árvore e o vento,

e no silêncio estupendo,

este fino pranto amargo,

         vertendo!

 

Todo o céu é um coração

aberto em agro tormento.

Não chove: é um sangrar longo

         e lento.

 

Dentro das casas, os homens

não sentem esta amargura,

este envio de água triste

         da altura;

 

este longo e fatigante

descer de água vencida,

por sobre a terra que jaz

         transida.

 

Em baixando a água inerte,

calada como eu suponho

que sejam os vultos leves

         de um sonho.

 

Chove... e como chacal lento

a noite espreita na serra.

Que irá surgir na sombra

         da Terra?

 

Dormireis, quando lá foram

sofrendo, esta água inerte

e letal, irmã da Morte

         se verte?

 

 

CUME

 

         Trad. de Ruth Sylvia de Miranda Salles

 

 

É a hora da tarde, essa que põe

seu sangue nas montanhas.

 

E nesta hora alguém está sofrendo;

uma perde, angustiada,

bem neste entardecer o único peito

contra o qual se estreitava.

 

Há algum coração em que o poente

Mergulha aquele cume ensangüentado.

 

O vale já sombreia

e se enche de calma.

Mas, lá do fundo, vê que se incendeia

de rubor a montanha.

 

A esta hora ponho-me a cantar

minha eterna canção atribulada.

 

Sou eu que estou batendo

o cume de escarlate?

 

Ponho em meu coração a mão e o sinto

a verter quando bate.

 

                  

                   DÁ-ME TUA MÃO

 

                   Dá-me tua mão, e dançaremos;

                   dá-me tua mão e me amarás.

                   Como uma só flor nós seremos,

                   como uma flora, e nada mais.

 

                   O mesmo verso cantaremos,

                   no mesmo passo bailarás.

                   Como uma espiga ondularemos,

                   como uma espiga, e nada mais.

 

                    Chamas-te Rosa e eu Esperança;

                   Porém teu nome esquecerás,

                   Porque seremos uma dança

                   sobre a colina, e nada mais.

                  

 

 

Extraídos de GABRIELA MISTRAL & CECÍLIA MEIRELES; GABRIELA MISTRAL Y CECÍLIA MEIRELES. Rio de Janeiro: Academia Brasileira de Letras; Santiago de Chile: Academia Chilena de La Lengua, 2003

 

 

 

 

ADORMECE JUNTO A MIM

 

Tradução de Osvaldo Orico

 

Meu bonequinho de carne

que, nas entranhas, teci,

bonequinho temeroso,

adormece junto a mim.

 

Dorme a perdiz no trigal

e ouve-lhe a voz de cetim.

Não te inquietem meus alentos,

adormece junto a mim.

 

Ervazinha tremedeira,

por que te assustas assim?

Não resvales de meus braços,

adormece junto a mim.

 

Eu, que tudo já perdi,

para dormir tremo assim.

Não resvales de meu peito,

adormece junto a mim.

 

 

O PRAZER DE SERVIR

         

          Tradução de Fernandes Soares

 

Toda a natureza é um serviço.

Serve a nuvem, serve o vento, serve a chuva.

Onde haja uma árvore para plantar, plante-a você;

Onde haja um erro para corrigir, corrija-o você;

Onde haja um trabalho e todos se esquivam, aceite-o você.

Seja o que remove a pedra do caminho,

O ódio entre os corações e as dificuldades do problema.

Há a alegria de ser puro e a de ser justo;

mas (lá, sobretudo, a maravilhosa, a imensa alegria de servir.

Que triste seria o mundo, se tudo se encontrasse feito,

se não existisse uma roseira para plantar, uma obra a se iniciar!

Não o chamem unicamente os trabalhos fáceis.

É muito mais belo fazer aquilo que os outros recusam.

Mas não caia no erro de que somente há mérito

nos grandes trabalhos;

há pequenos serviços que são bons serviços:

adornar uma mesa, arrumar seus livros, pentear uma criança.

Aquele é o que critica; este é o que destrói; seja você o que serve.

O servir não é faina de seres inferiores,

Deus que dá os frutos e a luz, serve.

Seu nome é: AQUELE QUE SERVE!

Ele tem os olhos fixos em nossas mãos

e nos pergunta cada dia: SERVIU HOJE? A QUEM?

À ARVORE? A SEU IRMÃO? À SUA MÃE?

 

  

 

 

====================================================================

 

De
Gabriela Mistral
ANTOLOGIA POÉTICA
Seleção, tradução e apresentação de
Fernando Pinto do Amaral
Lisboa: Editorial Teorema, 2002
ISBN  972-695-521-1

 

Não existem muitas traduções e edições da poesia de Gabriela Mistral em nossa língua, pelo menos nas livrarias. Assim é que recebemos com alegria estas traduções feitas pelo poeta Fernando Pinto do Amaral, que esteve conosco na I Bienal Internacional de Poesia de Brasilia. Louvamos a iniciativa e escolhemos dois poemas da antologia supra citada.  Recomendamos a obra, com certeza.     A. M.

 

SEGUNDO SONETO DA MORTE          

Este longo cansaço irá ser grande um dia
e a alma dirá ao corpo que não quer
arrastar o seu peso ao longo desta vida
por onde os homens vão, felizes por viver.

Sentirás que ao teu lado cavam brutalmente,
que outro hóspede chega à serena cidade.
Vou esperar que alguém me cubra completamente
e depois falaremos uma eternidade!

Só então saberás porque é que, ainda imaturo,
para as profundas fossas o teu corpo iria
aí dormir tranquilo, aí permanecer.

E então far-se-á luz no campanário escuro:
saberás que entre nós sinais de astros havia
e que, quebrando o pacto, tinhas de morrer.

 

II - PODA DA AMENDOEIRA

A amendoeira eu podo e o céu vejo
com as minhas mãos enfim purificadas,
como se apalpam as faces amadas
com o semblante enlevado do desejo.

Como crio na estrofe mais sincera
em que o meu sangue vivo há-de correr,
preparo o coração pra receber
o sangue imenso que há na Primavera.

Dá o meu peito à árvore o seu latido
e escuta o tronco, na seiva escondido,
meu coração como um cinzel profundo.

Os que me amavam julgam-me perdida
e é só o meu peito, aí sustido
na amendoeira, a minha entrega ao mundo.

 

De
Gabriela Mistral

Poesias escolhidas
Tradução de Henriqueta Lisboa. Ilus. Marianne
Clouzot.  Rio de Janeiro: Editora Opera Mundi, 1973.
211 p  (Biblioteca dos Prêmios           Nobel de Literatura)

 

ACHADO

Encontrei  este anjo
num passeio ao campo:
dormia tranquilo
sobre umas espigas.

Talvez tenha sido
cruzando o vinhedo:
ao bulir nas ramas
toquei suas faces.

Por isso receio
ao estar dormida
se evapore como
ageada nas vinhas.

 

TODAS ÍAMOS SER RAINHAS

Todas íamos ser rainhas
de quatro reinos sobe o mar:
Rosália com Efigênia
e Lucila com Soledade.

Lá no vale de Elqui, cingido
por cem montanhas, talvez mais,
que com dádivas ou tributos
ardem em rubro ou açafrão,

nós dzíamos embriagadas
com a convicção de uma verdade,
que havíamos de ser rainhas
e chegaríamos ao mar.

Com aquelas tranças de sete anos
e camisolas de percal,
perseguindo tordos fugidos
sob a sombra do figueiral,

dizíamos que nos nossos reinos,
dignos de fé como o Corão,
seriam tão perfeitos e amplos
que se entenderiam ao mar.

Quatro esposos desposaríamos
quando o tempo fosse chegado,
os quais seria reis e poetas
como David, rei de Judá.

E por serem grandes os reinos
eles teriam, por sinal,
mares verdes, repletos de algas
e a ave selvagem do faisão.

Por possuirem todos os frutos,
a árvore do leite e do pão,
o guaiaco não cortaríamos
nem morderíamos metal.

Todas íamos ser rainhas
e de verídicos reinar;
porém nenhuma foi rainha
nem no Arauco nem em Copásn…

Rosália beijou marinheiro
que já tinha esposado o mar,
e ao namorador nas Guaitecas
devorou-o a tempestade.

Sete irmãos criou Soledade
e seu sangue deixou no pão.
E seus olhos quedaram negros
de nunca terem visto o mar.

Nos vinhedos de Montegrande
ao puro seio de trigal,
nina os filhos de outras rainhas
porém os seus nunca, jamais.

Efigênia achou estrangeiros
no seu caminho e sem falar
seguiu-o sem saber-lhe o nome
pois o homem se assemelha ao mar.

Lucila que falava ao rio,
às montanhas e aos canaviais,
esta, nas luas da loucura
recebeu reino de verdade.

Entre as nuvens contou dez filhos,
fez nas salinas seu reinado,
viu nos rios os seus esposos
e seu manto na tempestade.

Porém lá no vale de Elqui,
onde há cem montanhas ou mais,
cantam as outras que já vieram,
como as que vieram cantarão:

Na terra seremos rainhas
e de verídico reinar,
e sendo grandes os nossos reinos,
chegaremos todas ao mar.

 

PENSADOR DE RODIN

Queixo apoiado à mão em postura severa,
lembra-se o Pensador que é da carne uma presa;
carne fatal, desnuda ante o fado que o espera,
carne que odeia a morte e tremeu de beleza;

que estremeceu de amor na primavera ardente
e hoje, imersa no outono, a tristeza conhece.
A ideia de morrer dessa fronte consciente
passa por todo o bronze, à hora em que a noite desce.

De angústia os músculos se fendem, sofredores;
os sulcos de seu corpo enchem-se de terrores;
entrega-se, folha outoniça, ao Senhor forte

que o plasma.  E não se crispa uma árvore torcida
de sol nos plainos, nem leão de anca ferida,
como esse homem que está meditando na morte.

 

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Tradução de Manuel Bandeira. Extraído de BANDEIRA, Manuel. Poemas traduzidos.  Rio de Janeiro: Editora Globo, 1948.

PRIMEIRO SONETO DA MORTE

Do nicho lóbrego onde onde os homens puseram
Te levarei à terra humilde e ensolarada.
Nela hei de adormecer — os homens não souberam —
E havemos de dormir sobre a mesma almofada.

Te deitarei na terra humilde, te envolvendo
No amor da mãe para o seu filho adormecido.
E a terra há de fazer-se um berço recebendo
Teu corpo de menino exausto e dolorido.

Poderei descansar, sabendo que descansas
NO pó que levantei azulado e lunar
Em que presos serão os teus leves destroços.

Partirei a cantar minhas belas vinganças,
Pois nenhuma mulher me há de vir disputar
A este fundo recesso o teu punhado de ossos.

 

Tradução de Manuel Bandeira. Extraído de BANDEIRA, Manuel. Poemas traduzidos.  Rio de Janeiro: Editora Globo, 1948.

 

 **************************************************************************

         Traduções de ANTONIO MIRANDA

 

O ENCONTRO

         Eu a encontrei pela vereda.
         Não perturbou seu sonho a água
         nem mais se abriram as rosas;
         abriu o assombrou minha alma.
         E uma pobre mulher tem
         seu rosto repleto de lágrimas!

         Levava um canto ligeiro
         na boca descuidada,
         se ao olhar-me tornou-se
         grave o canto que entoava.
         Olhei a vereda, achei-a
         estranha e algo sonhada.
         E na aurora de diamante
         enchi meu rosto de lágrimas!

         Seguiu a caminhar cantando
         e levou consigo minhas miradas...
         Detrás de si não foram mais
         azuis e altas as salvas.
         Pouco importa! Restou no ar
         esmaecida minha alma.
         E embora nenhuma logrou ferir-me
         meu rosto está coberto de lágrimas!

         Nesta noite não vigiou
         como eu a lâmpada;
         como ele ignora, não puncionar
         seu peito de nardo nem ânsia;
         mas talvez por seu sonho
         passe um cheiro de mato,
         porque uma pobre mulher
         tem lágrimas no rosto!

         Ia sozinha e não temia;
         com fome e sede nem chorava;
         desde que eu vi atravessar,
         meu Deus, me cobriu de chagas.
         Minha mãe em seu leito reza
         por mim sua oração confiada.
         Mas, talvez para sempre
         terei o rosto coberto de lágrimas!

 

         O ABACAXI

         Aproxima-te e não tenhas medo
         do abacaxi com espadas...
         Porque vive no plantio
         sua mãe criou-o armado.

         Soa a faca cortando
         a amazona degolada
         que perde todo o poder
         na pilha de adagas.

         No prato vai se depositando
         todo a roda de sua saia,
         saia de tafetá dourado,
         calda de Rainha de Sabá.

         Range em teus dentes moída
         a pobre rainha mascada
         e a seiva escorre por meus braços
         e  a lâmina de prata.
        

 

 

A TAÇA

                 Eu conduzi uma taça
                   de uma ilha a outra ilha sem despertar a água.
                   Se a derramasse, à sede atraiçoava;
                   por uma gota, o dom era caduco;
                   perdida toda, o dono choraria.

                   Não saudei as cidades;
                   não fiz o elogio do seu voo de torres,
                   não abri casa com bando de filhos.

                   Mas, entregando a taça, eu disse:
                   “ ..........................................*
                   — “Meus braços já são livres como nuvens sem dono
                   e embala-se meu colo na colina,
                   ao convite dos vales.”

                   Mentira foi minha aleluia: vede-me
                   Eu tenho caída sobre as mãos a vista;
                   caminho lenta, sem diamante de água;
                   calada vou, e não levo tesouro,
                   e me tomba no peito e nos pulsos
                   o sangue batido de angústia e de medo”

 

                   (Tradução de Aurélio Buarque de Holanda Ferreira)

 

*Verso não traduzido.

 

 

 

 

RIQUEZA

                   Tenho a sorte fiel
                   mais a sorte perdida
                   uma, tal como rosa;
                   a outra, como espinho.
                   De quanto me roubaram
                   não estou despossuída<
                   tenho a sorte fiel
                   mais a sorte perdida,
                   e estou rica de púrpura
                   e de melancolia.
                   Ai, que amante é a rosa
                   e que amado é o espinho!
                   Como de frutos gêmeos
                   a dupla superfície,
                   tenho a sorte fiel
                   mais a sorte perdida...

         (Tradução de Aurélio Buarque de Holanda Ferreira)

 

 

 

 



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