| 
 
 ARISTÓTELES ESPAÑA
 
 (1955-2011)
  
 
 nacido en Castro el año 1955,  vivió parte de su infancia y adolescencia en Punta Arenas, donde muy pronto se  transformó en un destacado dirigente estudiantil. Por esa razón, inmediatamente  tras ocurrido el golpe de estado de 1973, fue trasladado a la isla Dawson,  transformándose en el preso político más joven de ese campo de concentración.
 
 Publica dos libros en la  ciudad magallánica y regresa a Castro donde se integra a las actividades del  Taller Literario Aumen. Más tarde se trasladará a Santiago donde se vuelve un  activo dirigente político y gremial. Ya en la capital, entre otras cosas, forma  parte de la directiva de la   Sociedad de Escritores de Chile y funda y dirige la revista  de poesía La gota pura con Ramón Díaz Eterovic y Leonora Vicuña. Entre sus  publicaciones se cuentan: Incendio en el silencio (1978); Equilibrios e  Incomunicaciones (1980); Dawson (1985); Contra la Corriente (1989); El Sur  de la Memoria  (1992); la antología Poesía Chilena: La Generación NN (1993)  Los Pájaros de Post-Guerra (1995); Tardes Extranjeras y otros poemas (1998); y  Materia de Eliminación (1998). En 1983 obtuvo el Premio Gabriela Mistral de la Municipalidad de  Santiago; en 1985, Premio Especial Rubén Darío otorgado por el Ministerio de  Cultura en Nicaragua, y en 1998 el Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de  Chile y el del Consejo Nacional del Libro.     Fonte: http://www.chiloeweb.com/Datos/Noticias/Noticias.asp?No_Id=200580002      TEXTOS EN ESPAÑOL  /   TEXTOS EM PORTUGUÊS    De DAWSON 7ª. Ed. Santiago de Chile: Ediciones La Pata de Liebre, 1994.     LLEGADA   Bajamos de la barcaza con las manos en alto a una playa triste y desconocida. La primavera cerraba sus puertas, el viento nocturno sacudió de pronto          mi  cabeza rapada          el  silencio esa larga fila de Confinados que subia a los camiones de la Armada  Nacional                    marchando cerca de las doce de la noche del once de  septiembre de mil novecientos setenta y tres en Isla  Dawson Viajamos por un camino pantanoso que me pareció una larga carretera con destino a la  muerte. Un camino con piedras y soldados. El ruido del motor es una carcajada,  mi abrigo café tiene barro y bencina:          nos  rodean           bajamos  del camión uno         dos       tres                 kilómetros          cerca          del          mar          y          de          la          nada, ¿Qué será de Chile a esta hora? ¿Veremos el sol mañana? Se escutan voces de mando y entramos a un  callejón esquizofrénico que nos lleva al Campo de  Concentración, se encienden focos amarillos a nuestro  paso, las ventanas de la vida se abren y se  cierran.   APUNTES   Me fotografían en un galpón como a un objeto, una, dos, tres veces, de perfil, de frente, confeccionan mi ficha con esmero: “soltero, estudiante, 17 años, peligroso para la Seguridad del Estado”. Miran de reojo: Quieren mis huellas dactiles. Un sudor helado inunda mis mejillas. No he comido. Creo que hay una tormenta. Me engrillan nuevamente. Tengo náuseas. Empiezo a ver que todo gira a mil kilómetros por hora. Se estrellan sus puños en mis oídos. Caigo. Grito de dolor. Voy a chocar con una montaña. Pero no es una montaña. Sino barro y puntapiés, y un ruído intermitente que se mete en mi cérebro hasta la inconciencia.     PARTIDA   Me avisan que debo alistar mi maleta, ordenar las frazadas, quedo mudo y perplejo. No me atrevo a despedirme. Somos un grupo numeroso. ¿Adónde vamos? Se cruzan nuestras miradas, escondo mi cuaderno, son momentos de mucha intensidad, me duele el estómago, hay un gran despliegue de tropas, inusual y desmedido, surgen conjeturas, caen granizos, todo se llena de ausencias, escribo mis iniciales en la parede. Afuera hay un vehículo con destino  desconocido y después una lancha torpedera o un avión, hay cierta claridad glacial que va blanqueando nuestro andar; veo orilllas que se hunden como barcos, troncos quemados, hombres que entran y salen de sí mismos. Siento un leve escozor en las rodillas, cierro mis párpados ahora. Hasta siempre camaradas, toda esta lección no ha sido en vano. *****************************   
                  ALGUNOS  SECRETOS   Y el ojo alrededor de una antigua casa en Chiloé. El ojo. El trueno. Los llantos de niños y esos presagios: Un anciano recorre a pie todos sus fantasmas. Un pescador mira fijamente sus manos. Una mujer pide a Dios que la posea.   Y nosotros en medio de la ciudad con nuestros dientes.   Escuchando cantos gregorianos.   Siendo cálida tú y yo amante muerto. Muerto.   Más gritos, muchos animales que empiezan a mirar este rincón. Ah!, rincón, nave, recortando la madera, y otro abismo cómo quieres que huya si todos los signos dan hacia mi lengua. Casa. Grande casa antigua en Chiloé.   Muro lleno de cuanto ojo y nunca patria;                     de esqueleto.                                      El tiempo  se nos va.     EL  OTRO INVIERNO   Las voces de mis primas arden en dirección a un enero que  se fue. Todas reencarnadas, pequeñas leyendas, ubicándose en el agua donde eran más duendes que mujeres:   Imitaciones vagas, un cuadro de Renoir, carreras en el patio donde devorábamos el asado navideño.   Vuelve a repetirse el mismo sol en sus muslos después de doce años, esa lucha por parecernos a parientes remotos como si nada hubiera sucedido. Y eso de usar siempre los mismos disfraces. También una danza que ya no recuerdo y afiches  religiosos, con los magos que regresan de una historia diferente cada  día, con imágenes de leones muertos   y ese bombardeo en los órganos sexuales, y el mismo final en boca de hijos imaginarios;   fotografías viejas que empiezo a destrozar en el cuarto de una húmeda pensión en Diez de Julio, reteniendo el  aire, mientras miro, inmóvil, los huesos en la pared.   
 
 TEXTOS EM PORTUGUÊS     De DAWSON 7ª. Ed. Santiago de Chile: Ediciones La Pata de Liebre, 1994.                                         Tradução de Antonio  Miranda         CHEGADA 
                  Saímos  da barcaça com as mãos ao alto numa  praia triste e desconhecida. A  primavera fechava as portas, o  vento noturno sacudiu de repente          minha cabeça raspada          o silêncio essa  longa fila de Confinados que  subia aos caminhões da Armada Nacional                    marchando próximo  da meia noite de onze de setembro de  mil novecentos setenta e três em Ilha Dawson Viajamos por  um caminho pantanoso que me pareceu uma  longa estrada com destino à morte. Um  caminho com pedras e soldados. O  ruído do motor é uma gargalhada, meu  abrigo café tem barro e benziam:          nos acurralam          descemos do caminhão um          dois          três          quilômetros                próximo          do          mar          e          de          nada, Que  será do Chile a estas horas? Veremos  o sol amanhã? Escutam-se  vozes de comando e entramos num corredor esquizofrênico  que nos leva ao Campo de Concentração, acendem  focos amarelos em nossa passagem, as  janelas da vida se abrem e se fecham.     APONTAMENTOS   Me  fotografam num galpão como  um objeto, uma,  duas, três vezes, de  perfil, de frente, elaboram  minha ficha com esmero: “solteiro,  estudante, 17 anos, perigoso  para a Segurança Nacional”. Olham  de soslaio: Querem  minhas impressões digitais. Um  suor gelado inunda  minhas faces. Nada  comi. Creio  que há uma tormenta. Me  algemam novamente. Sinto  náuseas. Começo  a ver que tudo gira a  mil quilômetros por hora. Batem  com força em  meus ouvidos. Caio. Grito  de dor. Vou  chocar com uma montanha. Mas  não é uma montanha. Senão  barro e pontapés, e  um barulho intermitente que  se mete em meu cérebro até  a inconsciência.      PARTIDA   Avisam  que devo arrumar a maleta, ajeitar  os cobertores, fico  mudo e perplexo. Não  me atrevo a despedidas. Formamos  um grupo numeroso. Para  onde vamos? Nossas  miradas se cruzam, escondo  meu caderno, são  momentos de muita intensidade, me  dói o estômago, há  uma grande movimentação de tropas, inusual  e desmedida, caem  granizos, tudo  se enche de ausências, inscrevo  minhas iniciais na parede. Lá  fora há um veículo com destino desconhecido e  depois uma lancha torpedeira ou um avião, há  uma certa claridade glacial que  vai clareando nosso andar; vejo  margens que se fundem como barcos, troncos  queimados, homens  que entram e saem de si mesmos. Sinto  um leve ardor nos joelhos, fecho  minhas pálpebras agora. Hasta siempre  camaradas, toda  esta lição não foi em vão.                              **************************************     Versões de Zenilton de Jesus  Gayoso Miranda    
                  ALGUNS  SEGREDOS   E o olho  arredor de uma antiga casa de Chiloé. O olho. O  trovão. Os  prantos de crianças e esses presságios. Um ancião  busca todos os seus fantasmas. Um  pescador olha atentamente suas mãos. A mulher  suplica a Deus que a possua. . E nós em  meio à cidade com nossos dentes.    Escutando  cantos gregorianos.   Sendo  você cálida e eu amante morto. Morto.    Mais  gritos, muitos  animais começam a mirar este lugar.   Ah!, rincão,  nave, recortando a madeira, e outro  abismo como queira que fuja e todos  os signos buscam sua língua. Casa.  Grande casa antiga em Chiloé.   Muro  repleto de quanto olho e nunca pátria,                    de esqueleto.                             O tempo se esvai.     O  OUTRO INVERNO   As vozes  de minhas primas ardem na direção de um janeiro que se foi. Todas  reencarnadas, mínimas lendas, Espelhando-se  na água onde eram mais duendes que mulheres.   Imitações  vagas, um quadro de Renoir, Corridas  pelo pátio onde devorávamos o assado natalino.   Uma vez mais  repete o mesmo sol em suas coxas depois de  doze anos, essa luta  por assemelhar-nos a parentes distantes como se  nada tivesse acontecido. E aquilo  de usar sempre os mesmos disfraces. Também  uma dança que não recordo e ícones religiosos, com os  magos que retornam de uma história diferente todo dia, como  imagens de leões mortos   e este  bombardeio nos órgãos sexuais, e o mesmo  final na boca de filhos imaginários;   velhas  fotografias que começo a despedazar no cuarto de uma  úmida pensão na Dez de Julho, retendo o ar, enquanto  miro, imóvel, os ossos na parede.   ESPAÑA, Aristóteles.  Dawson. Tradução de Antonio Miranda. Brasília, DF: Thesaurus Editora, 2008.   72 p.  15x15 cm.  Apresentação Jorge Narváez.   “I Bienal    Internacional  de Poesia de Brasília”. ISBN 978-85-7062-760-5      Ex. bibl. Antonio Miranda 
 
 MOMENTOS
 
 A  vida em Ilha Dawson é cinza,
 com  o ruído das metralhadoras
 ou  o tic-tac tic tac
 da  morte
 que  se escuta violentamente
 no  Recinto.
 Um  som infernal
 que  penetra na alma,
 como  um gás venenoso cheio de bolhas
 que  saem da garganta de Tirano.
 
    PARA ALÉM DA TORTURA 
 Fora do espaço e da matéria,
 numa região altiva (sem matizes nem  cores)
 cheia de humo horizontal
 que atravessa pântanos invisíveis,
 permaneço sentado
 como um condenado à Câmara de Hás.
 Descubro que o temor é um menino  desesperado,
 que a vida é um grande dormitório
 ou um cais vazio no meio do oceano.
 
 Há disparos,
 ruídos de máquinas de escrever,
 aplicam descargas elétricas em meu  corpo.
 Sou um estranho passageiro em viagem ao  desconhecido,
 ardem minhas unhas e os poros, os carros  elétricos,
 na sala ao lado golpeiam alguma mulher  grávida,
 as flores do amor e a justiça vicejarão  mais adiante
 sobre as cinzas de todas as ditaduras do  planeta.
 
 
 
 QUE FAZER NESTA  HORA
 
 Que  fazer nesta hora,
 caminhar dentro da cela,
 dar voltas,
 regressar ao ventre da ideia,
 ir-se definitivamente
 ao  rincão mais escuro da angústia
 ou  ver além deste minuto,
 buscar  uma resposta,
 abrir  as janelas deste momento,
 refletir  mirando
 às  vertentes da história.
     * Página  ampliada e republicada em maio de 2023. 
 |