| 
                   POESÍA  ANARQUISTA 
                  Coordinación de OMAR  ARDILA  
                    
                  
                                PEPITA GHERRA 
                   
                    
                  Pepita  Guerra é um pseudônimo utilizado pela  autora do texto para expressar sua voz em uma época que se reivindicavam  direitos nas mais diversas esferas. Foi diretora do jornal argentino La voz de la Mujer, publicado entre 1896  e 1897. Sobre a identidade da autora e sobre o jornal existem pesquisas  acadêmicas em vários idiomas, inclusive no português.  
                    
                  TEXTO  EN ESPAÑOL -  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    
                    
                  
                  ANTOLOGÍA  ANARQUISTA ... siglo XXI.  Selección, prólogo & reseñas de Omar Ardila.  Bogotá: Un Gato Negro Editores, 2013.    191 p. ‘     ISBN 978-958-46-24-89-5  Ex. bibl.  Antonio Miranda 
                  «…Odiamos  la autoridad porque aspiramos a ser personas humanas y no máquinas automáticas  o dirigidas por la voluntad de ‘un otro’, se llame autoridad, religión, o con  cualquier otro nombre…» De esta forma Pepita Gherra encabezaba un artículo  publicado el 27 de marzo de 1896 en el periódico comunista–anárquico La voz de  la mujer. Con el seudónimo de Pepita se encarnan irreverentes y disruptivas las  mujeres anarquistas, aquellas que a finales del siglo XIX jaquearon el poder  del “confesionario y las sotanas”, se rebelaron contra el “destino cuasi  ineludible del matrimonio” proponiendo el amor libre y denunciaron la opresión  no sólo en las fábricas, sino también al interior del espacio doméstico,  subvirtiendo lo íntimo y exigiendo libertad para sus cuerpos.   
                    EXTRAÍDO de http://boletinlaovejanegra.blogspot.com 
                    
                    
                    
                  EL GRITO DE LA PLEBE 
                  (Fragmentos) 
                    
                  ¡Henos aquí por fin!  ¡Por fin llegamos! 
                  ¿Sabéis quién somos? 
                  ¡La inúmera falange de  proscriptos!... 
                  Que llega con fúnebre  alarido 
                  A pagaros la cuenta de  delitos 
                  En que la habéis  sumido, 
                  Sin otro crimen ni  pecados, 
                  Que aquel de haber  nacido 
                  En choza ruin  desheredados!... 
                  ¡Henos aquí por fin!  ¡oh raza envilecida! 
                  De vuestro alcázar en  las puertas golpeando: 
                  ¿Sabéis quién somos?  ¡La plebe maldecida! 
                  La que pasó llorando 
                  Hasta hoy, los días de  su amarga vida. 
                  ¡La inmunda y baja  plebe! Que arrojada  
                    Del mundo todo, y por todo escarnecida,  
                    Ya de gemir y llorar hastiada  
                    De Caín a la raza encanallada ¡ 
                    Viene a saldar la cuenta prometida!...  
                    Los hijos somos del trabajo ingrato  
                    Que vagando sin pan y sin hogares... 
                  Y sin paternos lares... 
                  Y sin amor... sin  nada...  
                    Amargo llanto a mares 
                  Triste y sin consuelo  derramaba. 
                  Hasta que atronando 
                  Los montes y la sierra 
                  De gozo palpitando 
                  Cual eco del averno 
                  Oímos el clarín, ronco  de guerra 
                  Con que nos fue  llamando 
                  Y          los odios recordando  
                    De los caínes de la tierra  
                    Abortos del infierno  
                    Allá detrás los mares 
                  La voz de las venganzas  seculares...  
                    Oído habernos como hambrienta flora  
                    Que llegar mira la presa que acechaba 
                   
                    La señal que anunciaba  
                    Que llegado era. 
                  Y          cogiendo el puñal de las venganzas 
                  Y          la humeante tea: 
                  Henos aquí, que a  cobrar venimos  
                    Gota por gota la sangre que vertimos.  
                  (...) 
                    
                  ¡Vaya! ¡Camaradas! Se  hace tarde,  
                    Ya clarea la aurora en el oriente,  
                    ¿No la veis? ¡Mirad! ¡parece que arde  
                    El trono de algún Dios omnipotente!  
                    Cerrad las puertas y aplicad la llama  
                    a ver de hacer de modo...  
                    ¿Eh? ¿quién llama? 
                  ¡Si vuestros hijos  también, mujeres todo! 
                  ¿Ya no más piedad, vano  es el ruego; 
                  Ya de tomar la venganza  la hora tarda! 
                  ¡Dos teas apliquemos!  ¡todo arda! 
                  ¿Y al que tenga piedad!  ¡ése va al fuego! 
                  Quedemos algunos en la  entrada 
                  Nuestro triunfo a mirar  alegremente. 
                  ¡Uff! ¡en marcha los  demás! Que ya se siente 
                  El hedor de la carne  calcinada. 
                    
                    
                  TEXTO  EM PORTUGUÊS 
                    Tradução de Antonio Miranda 
                    
                  O GRITO DA PLEBE 
                  (Fragmentos) 
  
                  Eis-nos aqui,  finalmente! Por fim chegamos! 
                  Sabeis  quem somos?  
                  A inúmera falange de  proscritos!... 
                  Que chega com fúnebre  alarido 
                  A pagar-vos a conta de  delitos 
                  Em que haveis sumido, 
                  Sem ouro crime nem  pecados, 
                  Que aquele de ter  nascido 
                  Em choça ruim  deserdados!... 
                              Eis-nos aqui Finalmente! Ó raça  envilecida! 
                  De vossa fortaleza, nas  portas golpeando: 
                  Sabeis quem somos? A  plebe maldita! 
                  A que passou chorando 
                  Até hoje, os dias de sua  amarga vida. 
                  A imunda e baixa plebe!  Que arrojada 
                  Do mundo todo, e por tudo  ludibriada,  
                    E de gemer e chorar enfadada  
                    De Caín a raça encanalhada  
                    Vem a saldar a conta prometida!...  
                    Os hijos somos do trabajo ingrato  
                    Que vagando sem pão y sem moradia... 
                  E sem paternos lares... 
                  E sem amor... sem  nada...  
                    Amargo pranto tal como mares 
                  Triste e sem consolo  derramava. 
                  Até que ecoando 
                  Os montes e a serra 
                  De gozo palpitando 
                  Como eco do inferno 
                  Ouvmos o clarim, ronco  de guerra 
                  Com que nos foi chamando 
                  E os ódios recordando  
                    De cains da terra  
                    Abortos do inferno  
                    Por detrás dos mares 
                  A voz das vengonhas  seculares...  
                    Ouvido haver-nos como flora faminta 
                    Que ao chegar mira a presa que perseguia 
                    
                  Sigam! ¡Camaradas! Já é  tarde,  
                    E clareia a aurora no oriente,  
                    ¿Não a vês? ¡Olhai! parece que arde  
                    O trono de algum Deus onipotente!  
                    Trancai as portas e aplicai a chama  
                    a ver que fazer desse modo...  
                    E? quem chama? 
                  ¡Se vossos filhos  também, mulheres, tudo! 
                  E não mais piedade, em  vão é o rogar; 
                  E de tomar vengonha a  hora tarda! 
                  Duas  lascas de madeira apliquemos! tudo arda! 
                  E a quem tenha piedade?  esse vá pro fuego! 
                  Fiquemos alguns na  entrada 
                              Nosso triunfo a mirar alegremente. 
                  Uf! em marcha os demais!  Pois já se sente 
                  O fedor de carne  calcinada. 
                    
                    
                  Página publicada em  outubro de 2018 
                    
                
  |