OSVALDO LAMBORGHINI
Osvaldo Lamborghini nació en Necochea, Provincia de Buenos Aires, el 12 de abril de 1940. Era hijo de un ingeniero que trabajó para el gobierno del general Perón, por lo que Osvaldo fue en su juventud convencido peronista, aunque esto irá cambiando tras la publicación de su primer texto El Fiord.
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
CARIBE TRANSPLATINO. Poesía neobarroca cubana e rioplatense. Organização e prólogo Néstor Perlongher. Tradução Josely Vianna Baptista. São Paulo: Iluminuras – Projetos e Produções Editoriais Ltada, 1991. 134 p. 14x21 cm. Foto da capa: Penna Prearo. Ex. bibl. Antonio Miranda
CANTAR DE LAS GREDAS EN LOS OJOS
Porque resulta difícil sin guantes blancos
levantarse en medio de la noche
entre las oscuridades y las albas
y desnudamente romper un espejo
Hasta el derroche cualquiera está dispuesto
a pagar rescate por su doble
incautado en ese silencio y esa noche
donde lo contado y lo sonante duermen
¡Pulidos versos... /
¡Ahípero si pudiéramos librarnos
de estas paradojas en falsete
(de esta extrema y dura aun en bosque ausente)
como el nombrado rescate en secuestro equivalente
¡y librarnos sí y formalmente
de ese amaneramiento!
¿Por qué no somos sencillos
por qué no somos transparentes
por qué no somos puros y buenos
como el pueblo
como las buenas gentes?
Una ¿moralidad creciente ha invadido nuestra obra
así como una pringada o deleitable huella de leche
mancha nuestra alcoba
donde se supone una tabla sin ley entre la hiedra
y una enredadera
que como esa huella láctea acontece gredas
aun con las extremas precauciones
aun con las más duras.
Ya nada distinguimos con tal de distinguirnos
y desleídos en estos andares mixtos
¿no habremos perdido para siempre
al Jesús al Cristo?
Buscamos un punto con su brillo
el entrecruzado mármol
carnal seductor y reluciente
y para construirlo nada sobra
y nada tampoco es suficiente.
Si es verdad que los pavos reales
se amelonan en tapices que fingen el desierto
y que lo ficticio los enrosca en cierto punto
en que más hubieran querido haberse y muerto
también es cierto que la coyunda de rosales
— espinas solas
nada de corolas nada de pétalos —
yugula la garganta del galanteador incierto
que en vez de desatar lo verdadero
o convertir el sumiso indio en lirio de ande
cantó con mujeriles versos
esta mueca y esta intriga que se expande.
Las verdades legadas por El Muerto.
Pero claro:
nunca es bastante verde (la verdad) para un perverso.
En Kreslów hubo una vez un esbelto
oficial prusiano
que inducido por la fatalidad final del gentilicio
unas culpables hemorroides fue y contrajo
cuando en Europa ya brillaba
el tibio sol del pútrido armisticio.
También hubo un médico inglés del ochocientos
que se divertía curando los males inocentes de su pueblo
rural de campesinos inocentes
con el método de amputarle a sus pacientes
bajo cualquier excusa o pretexto ambos miembros.
Lo ahorcaron limpiamente
pero igual tuvo su tiempo
de esculpir una leyenda en los muros de la celda:
En mi aldea
por más que busquen en los rincones o en el dorso
puramente quedan
además de mi traducción de Medea
puras cabezas solamente y puros torsos.
Y hubo una señora detestable
criada en la ciudad de Buenos Aires
que contrajo el singular padecimiento
de creer que todos eran sabios alemanes (tales su padre)
y que a su propio bebito arrojó a un foso
por no responderle ni siquiera con un movimiento de los ojos
a una feliz y frase dicha
en el idioma de Goethe.
Le damos y le dimos mil vueltas a esta noria
porque formal y justamente
con nada tiene que ver la Historia.
Pero si es verdad que los idiotas
en sus babas reciben como un premio el rayado caramelo
y creen que eso así como se lame
y se ve y se come así también se toca
también puede pensarse en su lugar y por su puesto
tal como lo fijan estas mientes
en un verso ardiente del doble
posado en los dobles labios y ardientes
de un cristal de acento circunflejo
Con un entender el movimiento de los ojos
con un paso de lluvia y huella en el borde del foso
levantarse en oscilada vacilante noche
romper con guantes blancos un espejo
Contiene esta caja de madera tras su broche
los rubios cigarrillos del Esposo.
Contiene el porvenir en forma de estoque
contiene un estambre de plegaria
de ruego de mírame
no me toques.
Apetito y horror y raciones diarias
en una perpetua y trivial guerra de fronteras
si de perfil o de frente eras
porque si aquí vienen a plegar las almas nobles
también yo podría hincarme en mis clavijas
si entendiera la exacta diferencia
la sutil pero siempre fija
que media entre una montura de carnero
degollado en la guitarra misma que ensordecía sus balidos
y la pasta o ungüento carnal del Sol
asomado entre dos riscos.
Pero no.
Con la mano crispada en la pecera
y sin hacer caso
ni siquiera omiso
al trébol justo de los pasos
ni a los iris mudos y destellos coloridos
que a través del cristal me emiten estas bestias
ni paro la mano ni me alegro:
en medio de la noche me levanto
en la escarchada noche de los guantes negros.
Ninguno puede no obstante ninguno empero
reírse a sus ancas de los peces de colores.
Es necesario olvidar premuras y retrasar amores.
Es necesario posar el cigarrillo en el cenicero
e introducir la mano en la pecera.
Serio
alimentar en diminuto el cristal vacío
pensando que no soy yo el que me río
ni el que secuestró a esta actual animalada cristalera
de un supuesto lecho natural Naturaleza.
Ese al menos es el criterio.
El tibio órgano que está es el único que reza
y si por supuesto y claro
mojada resulta la pupila del gemelo
bien que ella se abanica en sus burdelesy al amparo
de creer una sola letra del camelo.
Iris irísenle iris de arco
de un solo violín al pelo:
al introducir ella la mano en la pecera
juguetea con ardor
abre un campo del saber y un magisterio:
desabrocha este botón y demuestra
la existencia de un solo color de goce en la palestra
pero que todo el mundo limita al improperio.
Erguido y fálico en la satisfactoria crisis de esta mueca
hablábamos precisamente de este lado.
Hablábamos de un rosedal mojado
y de la distancia láctea de la rueca.
Entibiábamos con las palmas una espera
tejida con el hilo de cristal
y empuñada en la humedad de la pecera.
Esa cosa o ese animal
que siempre se oculta en la contera.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução Josely Vianna Baptista
CANTAR DAS GREDAS NOS OLHOS
Porque fica difícil sem luvas brancas
levantar-se no meio da noite
entre obscuridades e alvoradas
e nuamente quebrar um espelho
Até o poílatch qualquer um está disposto
a pagar resgate por seu duplo
incauto nesse silêncio e nessa noite
onde o contado e o sonante dormem
Polidos versos!
Ah! mas se pudéssemos nos livrar
destes paradoxos em falsete
(deste extremo e duro ainda em bosque ausente)
como o renomeado resgate em sequestro equivalente
e nos livrar mesmo e formalmente
deste amaneiramento!
Por que não somos simples
por que não somos transparentes
por que não somos puros e bons
como o povo como a boa gente?
Uma imoralidade crescente invadiu nossa obra
assim como pingante ou deleitável marca de leite
mancha nossa alcova
onde se imagina uma tábua sem lei entre a hera
e uma trepadeira
que como essa marca láctea acontece gredas,
mesmo com as maiores cautelas
mesmo com as mais duras.
A fim de distinguir-nos nada mais distinguimos
e diluídos nesses vagares mistos
não teremos perdido para sempre
o Jesus, o Cristo?
Procuramos um ponto com seu brilho
o entrecruzado mármore
carnal sedutor e reluzente
e para construí-lo nada resta
e tampouco nada é suficiente.
Se é mesmo verdade que os pavões
se iludem com tapetes que fingem o deserto
e que o fictício os enreda em certo ponto
em que teriam preferido haver-se e morto
também é certo que uma rédea de rosas
— apenas espinhos
nada de corolas
nada de pétalas —
degola a garganta do galanteador incerto
que em vez de libertar o verdadeiro
ou transformar o índio submisso em lírio andino
cantou com versos feminis
este gesto e esta intriga que se alastra.
As verdades legadas pelo Morto.
Mas claro:
nunca é bastante verde (a verdade) para um perverso.
Em Kreslõw houve uma vez um esbelto
oficial prussiano
que induzido pelo fado final do gentilício
umas culpáveis hemorróidas foi e pegou
quando na Europa já brilhava
o morno sol do pútrido armistício.
Houve também um médico inglês do oitocentos
que se divertia curando os males inocentes de sua aldeia
rural de camponeses inocentes
com o método de amputar aos pacientes
sob qualquer texto ou pretexto, os dois membros.
Foi limpamente enforcado
mas ainda teve tempo
de esculpir uma legenda nas paredes da cela:
Em minha aldeia
por mais que procurem nos cantos ou no dorso
puramente restam
além de minha tradução de Medeia
apenas puras cabeças e puros torsos.
E houve uma senhora detestável
criada na cidade de Buenos Aires
que contraiu o singular padecimento
de pensar que todos eram sábios alemães (como seu pai)
e que atirou seu próprio bebé num fosso
por não lhe responder nem com um movimento dos olhos
a uma feliz e frase dita
no idioma de Goethe.
Damos e demos mil voltas nesta nória
porque formal e justamente
com nada tem que ver a História.
Mas se é verdade que os idiotas
em suas babas recebem como prémio o estriado pirulito
e acham que isso assim como se lambe
e se vê e se come assim também se toca
também pode pensar-se em seu lugar e por sua vez
tal como o fixam estas mentes
num verso ardente do duplo
pousado nos duplos lábios e ardentes
de um cristal de acento circunflexo.
Com um entender o movimento dos olhos
com um passo de chuva e pegada à beira do fosso
levantar-se em oscilada vacilante noite
quebrar com luvas brancas um espelho
Esta caixa de madeira guarda atrás do fecho
os cigarros suaves do Marido.
Guarda o futuro em forma de estoque
guarda o estame de uma prece
de rogo
de me olhe
não me toques.
Apetite e horror e rações diárias
numa eterna e trivial guerra de fronteiras
se de perfil ou de frente eras
porque se aqui vêm dobrar as almas nobres
eu também poderia fincar o pé
se entendesse a exata diferença
a sutil mas sempre fixa
que existe entre uma sela de carneiro
degolado na própria viola que ensurdecia seus balidos
e a massa ou bálsamo carnal do Sol
assomado entre duas escarpas.
Mas não.
Com a mão crispada no aquário
e sem fazer caso
nem mesmo omisso
ao trevo justo desses passos
nem aos íris mudos e fulgores coloridos
que através do vidro me emitem estas feras
nem paro a mão nem me alegro:
no meio da noite me levanto
na escarchada noite das luvas negras.
Ninguém pode contudo ninguém porém
rir desbundado desses peixes e suas cores.
E preciso esquecer apuros e demorar amores.
E preciso pausar o cigarro no cinzeiro
e introduzir a mão no aquário.
Sério
alimentar só um pouquinho o vidro vazio
pensando que não sou eu que rio
nem quem sequestrou essa atual animalesca cristaleira
de um suposto leito natural Natureza.
Pelo menos esse é o critério.
Esse órgão morno é o único que reza
e se de certo é claro
que a pupila do duplo úmida fica
ela bem que se abana em seus bordéis e ao amparo
de acreditar numa só letra do engambelo.
íris irisente íris de arco
de um só violino maneiro:
ao introduzir ela a mão no aquário
diverte-se com ardor
abre um campo do saber e um magistério:
desabrocha o botão duplo e mostra
que há uma só cor de gozo no plenário
mas que todo mundo limita ao impropério.
Erguido e fálico na satisfatória crise deste esgar
falávamos justamente deste lado.
Falávamos de um rosedal molhado
e da distância da roca, alvar.
Embalávamos com as palmas uma espera
tecida com o fio de cristal
e empunhada na umidade do aquário.
Essa coisa ou esse animal
que sempre se oculta na conteira.
Página publicada em outubro de 2017
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