MIGUEL ANDRÉS CAMINO
(1877-1944)
Considerado el primer escritor de San Martín de los Andes, Miguel Andrés Camino, nació el 30 de noviembre de 1877. Publicó dos libros inspirados en la vida y el paisaje cordilleranos: "Chaquiras" y "Chacayaleras", que le dieron trascendencia por la sencillez de sus versos y el tratamiento de temas populares.
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
SILBANDO
" Ella le pedía
con honda tristeza:
No silbes, Lisandro.
¿No ves que silbando me apenas?
Si tienes un silbo, entre dientes,
que en vez de tonada
parece un llorare,
¡parece una queja!
Con ese tu silbo,
Lisandro, ¿te acuerdas?
marchabas de niño a los cerros;
y en sus soledades,
con cabras y piedras,
pasabas silbando, silbando,
las horas enteras.
Con ese tu silbo
que me desespera,
te vide, ya hombre, en busca 'e cariño
llegar a mi puerta.
Con ese tu silbo
te vide alejarte
dejándome sola
y llena 'e vergüenza.
Con ese tu silbo,
te vide ayer tarde
llegar por la güeya,
trayendo a nuestro hijo
cruzado en la cruz de tu bayo
como una maleta...
Y allí lo enterraste,
silbando, silbando,
juntito a la tumba
de tu pobre vieja...
No silbes, Lisandro,
¡Por Dios te lo pido!
¿No ves que al oirte
silbando, silbando,
el alma presiente
desgracias muy negras?
No silbes, Lisandro,
que en vez de tonada, tus silbos,
parece que fueran
aullidos de perro
que nos anunciaran
una mala nueva
........
Y él, indiferente,
silbando, silbando
entre dientes,
oia a la pobre
como si lloviera.
........
Le mataron un hijo a Lisandro,
en una pelea.
(Hay quien dice que fue el Comisario,
a causa de un'hembra).
Y después de enterrar a su güeñi,
juntito a su vieja,
y afilar como luz un cuchillo,
por saber si es verdad lo que cuentan,
sin siquiera volcar una lágrima,
sin siquiera volver la cabeza,
al tranquito, montado en su bayo,
del palenque, hacia el pueblo, silbando,
silbando entre dientes,
se aleja.
Muy cerquita del rancho 'e Linsandro
hay tres cruces, de dos que antes eran.
La mujer que enfermó del disgusto
para siempre descansa en la tierra;
y en Bahía se encuentra Lisandro,
pagando su hombrada
metido entre rejas.
Parece que en cuanto aquel dia
silbando, silbando entre dientes,
al pueblo llegara,
y supo la cosa cual fuera,
sin decir una sola palabra
pilló al Comisario,
cobróle su cuenta,
asestándole en medio ¿'e la guata
una puñalada
por cada legua,
que llevando el cadáver del hijo
Lisandro anduviera...
Y la gente baqueana calcula
que del rancho 'e Lisandro hasta el pueblo,
hay... dieciocho legüitas, apenas. "
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
ASSOVIANDO
Ela lhe pedia
com profunda tristeza:
Não assovies, Lisandro.
Não vês que silvando me magoas?
Se tens um assovio, entre dentes,
que em vez de toada
parece um chorare,
parece uma queixa!
Com esse teu assovio,
Lisandro, lembras?
marchavas ainda menino às colinas;
e em sua solidão,
com cabras e pedras,
passavas assoviando, assoviando
por horas inteiras.
Com este eu assovio
que me desespera,
te vi, já homem, em busca de carinho
chegar à minha porta.
Com este teu assovio
te vi afastar-te
deixando-me sozinha
e plena de vergonha.
Com este teu assovio,
te vi ontem à tarde
chegar pela trilha,
trazendo o nosso filho
cruzado na cruz de um baio
como uma maleta...
E ali o enterraste,
assoviando, assoviando,
juntinho do túmulo
de tua pobre velha...
Não assovies, Lisandra,
Por Deus, eu te peço!
Não vês que ao ouvir-te
assoviando, assoviando,
a alma pressente
desgraças bem negras?
Não assovies, Lisandro,
que em vez de toda, teus assovios,
parece que foram
uivos de cão
que nos anunciaram
uma má novidade
...........
E ele, indiferente,
assoviando, assoviando
entre dentes,
ouvia à pobre
como se chovesse.
...........
Mataram um filho de Lisandro,
numa briga.
(Há quem diga que foi o Comissário,
por causa de uma fêmea).
E depois de enterrar ao seu filho
juntinho de sua velha,
e afilar como luz uma navalha,
por saber sé verdade o que contam,
sem sequer derramar uma lágrima,
sem sequer voltear a cabeça,
ao compasso, montado em seu baio,
do palanque, para o povo, assoviando,
assoviando entre dentes,
se afasta.
Bem pertinho do rancho de Lisandro
estão três cruzes, de duas que eram antes.
A mulher que se enfermou de desgosto
para sempre descansa na terra;
e em Bia se encontra Lisandro,
pagando sua hombridade
metido entre grades.
Parece que enquanto naquele dia
assoviando, assoviando entre dentes,
ao povo chegara,
e sou da coisa como era,
sem pronunciar uma única palavra
pegou o Comissário,
cobrou dele sua conta,
impingindo em cheio, do estofo
uma punhalada
por cada légua,
que levando o cadáver do filho
Lisandro andasse...
E a gente conhecedora de caminhos calcula
que do rancho de Lisandro até o povoado,
são... dezoito léguas, apenas.
Página publicada em junho de 2017