CLAUDIO SESÍN
Cláudio Luis Sesín nació el 9 de junio de 1959 en Villa Dolores, Velle Viejo, aunque desarrolló toda su infancia en Pomán, provincia de Catamarca, Argentina.. Publicó “La Barbárie” (1993) e “El círculo de fuego” (1997) y em 2008 lanzó El libro de los poemas casuales, en edición bilingue español-portugués.
Fue colaborador de al revista “Ideas para uma cultura popualr” e integró la redacción del periódico cultural corobés “El Croponopio”, de Movimiento de Escriottes por la Liberación – MEL.
“No artesanato poético de Claudio Sesín, depara-se com uma escritura que transita entre o estranhamento e o onírico, tendo a barbárie (social, política, econômica e humana) uma espécie de metaforização da própria condição humana. Sesín denúncia, eu seu livro “La Barbárie”, os eternos conflitos quotidianos da civilização moderna, que experimenta suas dicotomias. Em versos candentes, sua poesia realiza verdadeira catarse dos dilemas vigentes, reverberando um grito submerso e hemorrágico das questões mais agudas da condição humana”. Ronaldo Cagiano.
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TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
De
EL LIBRO DE LOS POEMAS CASUALES
-O libro dos poemas casuais
Traduções de Anderson Braga Horta e Antonio Miranda
Buenos Aires: Editorial Dunken, 2008
Armonía Nocturna
Son veloces las sombras sobre campos desérticos.
En el anochecer, lejos del sol y del celeste engaño,
en esta oscuridad que no ennoblece,
toco sus fríos márgenes y espero.
Espero y soy el sitio en donde me preparo,
un animal muy viejo de una casa de nieblas
y el aire de esas sílabas sembradas de siseos.
Los sonidos muy suaves que se vuelven intensos
bordeando las acequias, allí donde los álamos
hacen frondoso al viento, lo amasan, lo entretienen.
El camino protege y el pan para esta marcha
es numen de cuidados. Es la hora del cambio
y voy por estos cerros como huella indeleble
alumbrado en rocío al despuntar del día,
renaciendo en senderos de cielos desahuciados,
errantes, peregrinos, hasta ser el guerrero
con jirones de emblema por rumbos de la nada.
Los Coreutas de Fuego
a Marcelo Gaibiso, la esperanza.
Es el alma a pasión cantando espirituales.
Esta armoniosa, suave y fresca música,
de una espuma de mar en las rompientes
lloviendo hacia la arena atardecida.
Un fondo oscuro sobre voces claras,
un hombre a orillas de un río de silencio
esta tierra surgiendo de una rosa,
otra forma en su ser y pensamiento.
Cantar en un volcán que nos celebra
y en su inocencia nos agita el cielo.
Pecado es su belleza en la mirada
y las babas caídas del cobarde,
la envidia desmedida, la avaricia,
esa sed de matar que hace al infame,
ese nombre que usa el genocida.
Aquí cambia su hombrura.
Como el viento encrespándose en las dunas
y en las miserias trágicas humanas,
la historia está ajustada a los que ganan
y la bestia del bien vive de sangre.
Sólo puedo cantar suaves canciones
porque pensar es acto terrorista.
Negra, rabiosa, intrépida y artera,
el alma canta potente espirituales.
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Lámparas de Infinito (poemas)
De Harina y Humo
Mi licencia es la Máscara y el tiempo de Cenizas.
En sus días se encienden mis huesos habitados
y en pétalos de cuarzo y enramadas,
alientan esas risas de inocentes penumbras.
El amor es tan frágil.
Siempre la brisa es cálida y fragante
cuándo se evoca el alma desde lejos.
El cielo
Mi gente es un relato de graves despedidas.
Casi recién pisadas sobre el ardiente ocaso,
entre la arena en lunas y la palabra monte,
los trazos estelares lo hicieron suave al tiempo.
Ellos vienen de siempre y yo con ellos.
Vienen igual que el humo en la lomada,
flotan igual que el viento taciturno,
fluyen en el sentido de los astros, plenos.
Ellos vienen de siempre y yo con ellos.
Cielos del Puma.
Como la tierra por los carnavales,
ellos desandan su temblor
bajo este turbio mar que baila y eclosiona.
Convocatoria y Tramas Ceremoniales
Ellos vienen cantando.
Acaso son los changos que excitando las cajas
desandan callejones de acequias y de albahacas,
o serán peregrinos challándolo al olvido
llamando enharinados y orilleros,
a que lleguen cantando los dioses al festejo.
Vienen cantando fuerte.
Casi en la esquina, al fondo, en lo florido,
el verano se embriaga de mujeres
y uno sueña de amor en sus perfumes
y quiere eternidad por sus miradas,
y el cuerpo abrasa a sol y sombra, tanto.
Brindar para soñar
y soñarle a la tierra su alegría,
entre arcos de tacuaras
con gallardetes, flores y deseos.
En una ceremonia que al terminar comienza
las comadres reparten pan, hijos y quesillos,
en el nombre de un cura disfrazado
que bendice la sed de los creyentes.
Todo es ritual.
El tiempo está dormido.
La Gran Fiesta
Ellos están bailando.
Están bailando alto cruzando el infinito
y los siglos de historia y las causas perdidas,
entre flores de luz nacidas al rocío.
Están bailando enormes como astros encendidos,
cada traje una historia, un mínimo detalle,
cada quien, cada cual, tras de la máscara,
sólo los ojos huecos en la cara
para que nadie sepa de qué espíritu
los bailarines guardan su linaje.
Cada quién, cada cuál, la vida y eso,
el tiempo que peleamos en los sueños
bailándole los miedos a la muerte.
Cenizas sobre Fuego
Y nos vamos cantando.
Con la voz aspirada y murmurante,
nos mata en la memoria
el inefable tiempo del espanto.
Vamos por ir al día que termina,
y nos engalanamos de truenos y relámpagos.
¿Qué challaré mañana cuando el pueblo
sea sólo una sombra compungida
sin fogatas, ni fiestas estelares?
¿Quién le dará su voz como coplero
para que cante Dios apasionado
y apresure los cielos a la tierra
por ese año feliz que aún esperamos?
¿De qué amor están hechos los hombres olvidados?
¡Madre de mi Alma! ¡Tierra!
De sólo ver los cerros y a lo lejos,
uno le siente pobrezas al silencio,
y no quiere pedir milagros miserables
al tiempo que se va desesperado.
Lo que es y no es
Es tan sólo un rumor cruzando el monte.
Una hilera marchita de un camino tantas veces trajinado.
La serpiente de América, el polvo de sus alas,
una estela de luz atardecida.
Ya ni se ven en rastros del ocaso
sus infinitos vuelos
de brujos de lo antiguo.
De Harina y Humo
Mi licencia es la Máscara y el tiempo de Cenizas.
En sus días se encienden mis huesos habitados
y en pétalos de cuarzo y enramadas,
alientan esas risas de inocentes penumbras.
El amor es tan frágil.
Siempre la brisa es cálida y fragante
cuándo se evoca el alma desde lejos.
SESÍN, Claudio. El signo del crepúsculo. Buenos Aires: Editorial Dunken, 2006. 78 p. 15,5x22,5 cm.
EL CÍRCULO
Tan sólo perturbada
por ramajes de pinos que se mueven,
el sitio de esa paz
de esperanzas cautivas en el viento.
En esta fresca sombra que me ampara
detengo mi cansancio.
Una lágrima leve, apenumbrada y última,
cayendo silenciosa en punto de sucesso.
PUENTES DEL UNIVERSO
Esa estrela que enciende el infinito
es parte de mi abismo. En estos días de vértigo
caminho por las calles más distantes,
hasta llegar a los puentes del mundo.
Me siento en barandales que miran lo imposible
y la lágrima y silencio, voy limpiando las penas
por ríos estelares. Una copa de vino
se refresca en la niebla, evoco una canción
y unos amigos. Evoco povos trágicos, serenos,
y me duele sentir el polvo en sus historias.
Se ha empanado mi viaje en la penumbra,
tristeza sin porqué o amores sin destino.
Sólo el vano passar de una brisa muy fría,
me despierta el cansancio que hace tanto me sigue.
A este cruxe de abismos que se esfuman,
tan sólo lo sostiene el pensamiento.
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POEMAS EM PORTUGUÊS
De
EL LIBRO DE LOS POEMAS CASUALES
-O libro dos poemas casuais
Traduções de Anderson Braga Horta e Antonio Miranda
Buenos Aires: Editorial Dunken, 2008
(Traduções de Anderson Braga Horta)
Harmonia Noturna
São velozes as sombras sobre campos desérticos.
No anoitecer, longe do sol e do celeste engano,
nesta escuridão que não enobrece,
todo suas frias margens e espero.
Espero e sou o sítio mesmo em que me preparo,
um animal bem velho de uma casa de névoas
e do ar dessas sílabas semeadas de cicios.
Os sons muito suaves que se tornam intensos
bordeando os canais, no lugar onde os álamos
fazem frondoso o vento, emassam-no, entretêm-no.
O caminho protege e o pão para esta marcha
é nume de cuidados. ´-E a hora da mudança
e vou por estes certos como rasto indelével
alumbrado em orvalho ao despontar do dia,
renascendo em caminhos de céus desalojados,
errantes, peregrinos, até ser o guerreiro
com trapos por emblema pelos rumos do nada.
Os Coreutas de Fogo
a Marcelo Gaibiso, a esperança.
É a alma compaixão cantando spirituals.
Esta harmoniosa, suave e fresca música,
de uma espuma de mar desde os escolhos
chovendo rumo à areia entardecida.
Um fundo escuro sobre vozes claras,
homem ao pé de um rio de silêncio
esta terra surgindo de uma rosa,
outra forma em seu ser e pensamento.
Cantar em um vulcão que nos celebra
e em sua inocência nos agita o céu.
Pecado é sua beleza no olhar
e as babas escorridas do covarde,
a inveja desmedida, a avareza,
a sede de matar que dá ao infame,
esse nome que usa o genocida.
Muda aqui sua macheza.
Como o vento encrespando-se nas dunas
e nas misérias trágicas humanas,
a história está ajustada aos ganhadores
e vive de sangue a besta do bem.
Só posso cantar suaves canções
porque pensar é um ato terrorista.
Negra, raivosa, intrépida e astuta,
a alma canta potentemente spirituals.
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Traduções de Antonio Miranda
O céu
Minha gente é um relato de graves despedidas.
Quase recém pisadas sobre o ardente ocaso,
entre a areia de luas e a palavra monte,
os traços estelares tornaram suave o tempo.
Eles vêm de sempre e eu com eles.
Vem como o vapor nas encostas,
flutuam como o vento taciturno,
fluem no sentido dos astros, plenos.
Eles vêm de sempre e eu com eles.
Céus do Puma.
Como a terra pelos carnavais,
eles desandam seu tremor
sob este mar turvo que dança e rebenta.
Convocatória e Tramas Cerimoniais
Eles chegam cantando.
Acaso são os meninos que excitando as caixas
desandam becos de acéquias e de alfavacas,
ou serão peregrinos arremessando ao olvido
chamando enfarinhados e tropeiros,
para que cheguem cantando os deuses ao festejo.
Chegam cantando forte.
Quase na esquina, ao fundo, no florido,
o verão se embriaga de mulheres
e a gente sonha de amor em seus perfumes
e quer a eternidade por suas miradas,
e o corpo abrasa ao sol e sombra, tanto.
Brindar para sonhar
e sonhar-lhe à terra sua alegria,
entre arcos de taquaras
com galhardetes, flores e desejos.
Numa cerimônia que ao terminar começa
as comadres repartem pão, filhos e queijo fresco,
em nome de um padre disfarçado
que bem-diz a sede dos crentes.
Tudo é ritual.
O tempo está dormido.
A Grande Festa
Eles estão dançando.
Estão dançando alto cruzando o infinito
e os séculos de história e as causas perdidas,
entre flores de luz nascidas do orvalho.
Estão dançando enormes como astros acesos,
cada veste uma história, um mínimo detalhe,
cada quem, cada qual, detrás da máscara,
somente os olhos ocos na cara
para que ninguém saiba de que espírito
os dançarinos guardam sua linhagem.
Cada quem, cada qual, a vida e isso,
o tempo que brigamos em sonhos
dançando-lhe os medos da morte.
Cinzas sobre Fogo
E vamos cantando.
com a voz aspirada e murmurante,
nos mata na memória
o inefável tempo do espanto.
Vamos por ir ao dia que termina,
e nos engalanamos de trovões e relâmpagos.
Que festejarei amanhã quando o povoado
seja tão somente sombra compungida
sem fogueiras, nem festas estelares?
Que brindará sua voz como seresteiro
para que cante Deus aprisionado
e adiante os céus à terra
por este ano feliz que ainda esperamos?
De que amor estão feitos os homens olvidados?
Mãe de minha Alma! Terra!
De tanto ver os morros e à distância,
a gente sente a fraqueza do silêncio,
e não quer pedir milagres miseráveis
ao tempo que esvai desesperado.
O que é e não é
É somente um rumor cruzando o monte.
Uma fileira desverdecida de um caminho tantas vezes trilhado.
A serpente da América, a poeira de suas asas,
uma estela de luz entardecida.
Já não se vêm em rastros do ocaso
seus infinitos vôos
de bruxos do antigo.
Matéria
Quando uma tecedora faz sua trama,
a imagem dos sonhos abismais,
confundindo no tecido dos metais,
as vicunhas, os sorrisos e os dramas,
está encadeando fogos de outra trama
que Deus contempla em gozos passionais.
Amor
Te levarei às selvas de sombra
num domingo distante e sem passado,
e num ato de amor desesperado
vou semear-te em cinzas de glória.
Alma
Guardo em silêncio traços milenares
submersos no fundo de meu abismo,
como uma flor de cardo no batismo
renascendo de ritos funerários.
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SESÍN, Claudio. El signo del crepúsculo. Buenos Aires: Editorial Dunken, 2006. 78 p. 15,5x22,5 cm.
Traduções de Antonio Miranda
PONTES DO INFINITO
Essa estrela que acende o infinito
faz parte de meu abismo. Nestes dias de vertigem
caminho por ruas mais distantes
até alcançar as pontes do mundo.
Sinto estar em varandas que contemplam o impossível
e a lágrima e silêncio, vou depurando as penas
por rios estelares. Uma taça de vinho
refrescando na névoa, evoco uma canção
e alguns amigos. Evoco povos trágicos, serenos,
e me dói sentir o pó em suas histórias.
Ficou embaçada minha viagem na penumbra,
tristeza sem porquê ou amores sem destino.
Apenas o vã passar de uma brisa muito fria,
me desperta o cansaço que há tempos me acompanha.
Este cruzamento de abismos que se esfumam,
apenas o sustenta o pensamento.
O CÍRCULO
Apenas perturbada
por ramagens de pinheiros que se movem,
o lugar dessa paz
de esperanças cativas no vento.
Nesta fresca sombra que me ampara
detenho meu cansaço.
Uma lágrima leve, apenumbrada e última,
caindo silenciosa a ponto de suceder.
Página ampliada e republicada em maio de 2008; ampliada e republicada em abril de 2015.
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