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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALEJANDRO PIDELLO

 

 

Alejandro Pidello nació en Rosario en 1947. Es poeta, profesor de Química Biológica en la FCV-Universidad Nacional de Rosario e investigador en el área de la ecología microbiana de los sistemas naturales. Fue cofundador de la revista de poesía La Cachimba, que se editó en Rosario entre 1971 y 1974. Textos suyos fueron publicados en revistas como Diario de Poesía, Diérèse, El Jabalí y La Danza del Ratón. Actualmente es coeditor del sello editorial Papeles de Boulevard, de Rosario. Intervino en las ediciones grupales De lagrimales y cachimbas (1972), Pájaro Anual (1974), La huella de los pájaros (1978), Juegos de Octubre (1981); en las antologías Poesía viva de Rosario (1976), Antología de la Poesía Argentina (1979), Seis poetas santafesinos (1992), La única ciudad (1994), Los poetas de La Cachimba (1994), Un Siglo de Literatura Santafesina (1998) e Inédit (1999, 2000). Fue incluido en el Breve diccionario biográfico de autores argentinos (1999). Publicó los libros de poesía Los colores del salón de lectura (1973), El Diablo in albis (1997) y Estación de animales buenos (2007).  Fuente: sonidosderosario.com.ar

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

PIDELLO, Alejandro.  Estación de animales buenos.   Rosário, Argentina:  Papeles de Boulervard, 2007.  68 p.  17x10 cm.  ISBN 978-987-23731-3-9    Col. A.M. 

 

 

El tren de una noche de verano

 

La torre estaba iluminada de otra manera en esos años

y yo comí tu cuerpo en los restos del /mercado de pescados

y verduras.

Las maderas protegían la obra

monumental de un presidente formal que

moría.

Vos comiste mi cuerpo y mis poemas.

El olor creaba olores.

En agosto el calor, en el norte de la tierra,

cuando cargué tu cuerpo sobre la Estación del Norte

sobre miles de rieles,

hartaba de calor.

Recorrimos la noche inagotable de las calles,

escribimos los gemidos sobre los

comederos de la isla de la ciudad

cuando la luna era borrosamente insegura

y creciente.

Gritamos como en Cabaret cuando pasaban los trenes.

Como gitanos saltamos cuerdas de electricidad.

La humedad bajaba al río desde tus piernas.

 

El calor de tren, con los cuerpos apilados

    en apeaderos de huesos — como en Denfer pero vivos -

nos hervía el cielo.

El amor, loco amor, nos llevaba sobre

tanta historia pegada de hilos de Babel.

Tu cara se quedó prendida, afiebrada,

sobre la catedral eterna de París.

 

 

 

II- Esta piedra es tu sexo

 

Esta piedra es tu sexo

cuando el agua enloquecida y feroz la llena de agua

biológica

como cuando hace crecer a las bactérias que modifican

el hierro.

Y tu sexo se enerva como tu mirada

por la lógica de esta materia organizada en la vida,

y arde sobre las piedras como uma ventana.

Y es rozado por el "viento como en la música.

Los pies se mojan con la historia de la tierra.

Los reflejos tienen olor de hojas

y gemidos que arrastran rocas y pelo.

Este orgasmo es la historia y la memoria de este valle

lleno de nombres espirituales en los minerales.

Te miré y te escruté como una macla de memorias

anteriores a la humanidad.

Te trepé como un insecto milimétrico y necesitado

en una cama urbana.
El himno de la piedra y del limo

empujaron los dedos aferrados en lo mineral

de lo humano

para el canto de omnipotente de la aureola de tu luna.

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

 

El O trem de uma noite de verão

 

A torre estava iluminada de outra maneira nesses anos todos
e eu comi teu corpo nos restos do mercado de peixes
e verduras.
Os tapumes protegiam a obra
monumental de um presidente formal que
morria.
Tu comeste meu corpo e meus poemas.
O odor criava odores.
Em agosto o calor, ao norte da terra,
quando carreguei teu corpo pela Estação Norte
sobre milhares de trilhos,
saturava o calor.
Percorremos a noite inesgotável das ruas,
inscrevemos os gemidos pelos
comedores do centro da cidade
quando a lua era esvaidamente insegura
e crescente.
Gritamos como em Cabaret quando passavam os trens.
Como ciganos pulamos cordas de eletricidade.
A umidade descia ao rio desde tuas pernas.

O calor do trem, como os corpos empilhados
        em paradores de osso — como em Denfer mas vivos —
o céu nos fervia.

O amor, louco amor, nos levava por
tanta história ligada aos fios de Babel.
Teu rosto fico preso, com febre,
sobre a catedral eterna de Paris.

 

 

II – Esta pedra é o teu sexo

 

Esta pedra é o teu sexo
quando a água enlouquecida e feroz enche-a de água
biológica
como quando faz crescer as bactérias que transformam
o ferro.
E teu sexo se enerva como teu olhar
pela lógico desta matéria organizada na vida,
e arde sobre as pedras como uma janela.
E é roçado pelo vento como na música.
Os pés ficam molhados com a história da terra.
Os reflexos têm cheiro de folhas
e gemidos que arrastam rochas e pelo.
Este orgasmo é a história e a memória deste vale
cheio de nomes espirituais nos minerais.
Te vi e te escrutei como uma macla de memórias
anteriores à humanidade.
Montei em ti como um inseto milimétrico e necessitado
numa cama urbana.
O hino da pedra e do limo
empurraram os dedos aferrados ao minieral
do humano
para o canto de onipotente da auréola de tua lua.

 

 

 

Página publicada em janeiro de 2014.


 

 

 
 
 
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