TU PAÍS ESTÁ FELIZ
por Tomás Straka
Francisco Alfaro:
Quedé tan bien impresionado por la obra, que le escribí esto a unos amigos y que a lo mejor me inspira escribir otra cosa mayor:
"Anoche tuve el privilegio de ver la reposición de una obra de teatro que ya ha pasado a la historia que, tal vez, es la única del teatro venezolano que sale en todos los libros de historia: "Tu país está feliz". Había leído tanto de ella, que quería verla. Cuando en 1971 Carlos Giménez la montó, dividió la historia de nuestro teatro en dos, creando a su guisa el Grupo Rajatabla. Hoy, que arriba la agrupación a su montaje número cien, decidieron celebrarlo reponiendo la primera. Como el papá de un tesista estuvo entre los fundadores, me dieron unos pases de cortesía.
Aquello es arrobador. Uno puede entender porqué generó tanta bulla entonces y porque hasta hoy es una referencia ineludible de nuestra cultura. Obviamente, es muy hippie y hay cosas que ya el día de hoy nos hacen sonreír. Es muy "Guaraira"...muy de esos chamos que leían a Kahil Gibran, Hermann Hesse, Bob Dylan y fumaban marihuana. Muy de paz y amor, estoy harto del mundo y sus estructuras opresoras y cosas así. De hecho, los poemas que recitan son de un estudiante brasileños de la UCV de entonces, Antonio Miranda. Y la música recuerda a esa que, por conducto de la Teología de la LIberación, los de mi edad -y los de edad posterior- sólo oímos en las iglesias. Pero eso, que es lo epocal, no le quita trascendencia y no desdice de versos como este: "amar sin pedirle al amor más que amar".
Primero al montaje. Hay un par de imágenes que sólo había visto en libros y que siempre emocionan viéndolas en vivo. Uno entiende el escándalo en la época de Caldera cuando salen desnudos. Pero lo más impactante es la experiencia piscodélica a que te someten: en un momento dado apagan la luz y en medio de la oscuridad más absoluta, los actores caminan entre los espectadores. Oyes voces que vienen de acá, de allá, de tu espalda, que se confunde, que estallan en lo negro que te envuelve...Te asustas, te agitas: al fondo una gitarra -toda la obra es con música- suena como si fuera Jim Morrison. De repente prenden la luz y tienes a un actor frente a ti, mirándote adusto a los ojos. Es la ceguera, el LSD, lo onírico, la pesadilla de un mundo desesperado.
Pero eso es solo para la denuncia: "Tu país está feliz", "el hambre es cosa de la India", "los problemas raciales son cosas del Norte", "todo está bien": esas actitudes genetralizadas de la Venezuela de 1971, hoy ya se demostraron falsas. Fue una ilusión como esas voces en la oscuridad. Un sueño que nos agitó. Y que cuando prendió la luz, como en la obra, nos puso en frente una cara que nos asustó. ¡Carlos Giménez es un genio!"
Tomás Straka, historiador
en un e-mail enviado al presidente de Rajatabla el 30 de Octubre de 2006
que vale por su impresión y testimonio. |