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CARMEN VILLORO
Carmen Villoro (24 de octubre de 1958, México) es escritora, poeta y narradora. Reconocida por sus obras literarias (cuentos infantiles, prosas y poesía) las cuales cuentan con una pizca de amor y nostalgia. Cuenta con una profesión en psicología y psicoanálisis, con su conocimiento ha ayudado a publicar diversos ensayos en libros y revistas especializados en psicoanálisis. Extraído da Wikipedia (fragmento).
ZONA DE FUMAR
El cigarro es la soledad que uno elige.
César Luis Menotti
Miro a las mujeres que fuman sus cigarros
como si hicieran el amor.
Una de ellas desprende la cintilla de celofán
con la gravedad de quien desabrocha un cinturón
o desanuda una corbata.
Otra acaricia con tres dedos la lisura blanca
anticipando un fuego conocido,
queriendo retrasarlo.
Hay la que lo detiene con los labios
disfrutando su peso,
su seca desnudez
y después lo humedece para volverlo propio.
La primera lo absorbe hasta el abismo,
se hace un poco de daño
para sentir que existe.
La segunda lo mira iluminarse
y consume en secreto sus recuerdos.
La tercera sacude la ceniza,
mira el humo
como quien se despide en una calle solitaria.
Una lo apaga con pequeños golpes,
sabe de espasmos.
Otra lo tira al piso, lo tritura
y esa violencia la desquicia suavemente.
La tercera lo deja consumirse
porque no le gusta apresurar ningún desprendimiento.
Parece que platican,
desayunan en este restorán,
piden la cuenta, así, como si nada.
Pero sus cuerpos habitan otra realidad,
sus almas vibran,
su soledad salvaje las denuncia.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Traducción de Antonio Miranda
ÁREA DE FUMANTES
Observo as mulheres que fumam seus cigarros
como se estivessem fazendo o amor.
Uma delas solta a cinta do celofane
com a gravidade de quem desabrocha um cinturão
ou desabrocha uma gravata.
A outra acaricia com três dedos a lisura branca
antecipando um fogo já familiar,
querendo atrasá-lo.
Tem a que detém com os lábios
desfrutando seu peso,
sua seca desnudez
e depois o umedece para torna-lo próprio.
A primeira o absorve até o abismo,
incomoda-se um pouco
para sentir que existe.
A segunda vê que se ilumina
e consome em segredo suas lembranças.
A terceira sacode a cinza,
observa a fumaça
como quem se despede numa rua deserta.
Uma outra o apaga com breves golpes,
sabe de espasmos.
Outra joga-o no chão, tritura-o
e essa violência despista suavemente.
A terceira deixa-o consumir-se
porque não quer apressar nenhum desprendimento.
Parece que conversam,
tomam o café da manhã em um restaurante,
pedem a conta, assim, distraidamente.
Mas seus corpos habitam outra realidade,
suas almas vibram,
e a solidão selvagem as denuncia.
Página publicada em fevereiro de 2016
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