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JORGE LUIS ESTRELLA
Nació en Zárate en 1944. Vive en Buenos Aires desde l973. Licenciado en Literaturas Modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba. Escribe unos poemas con aliteraciones y ritmo muy marcado casi siempre de seis sílabas (3+3). Publicó algunos de ellos junto a otros cinco compañeros de estudios en un libro que se llamó “Sésamo abrite”.
En 1972 sacó un segundo premio con la obra “La pulga” en el Concurso organizado por el Teatro Gral. San Martín. Dicha obra sólo vio la escena cuando fue puesta por María Isabel Cané en su Centro Cultural, treinta años después.
En 1975 escribió dos obras: “Dulce mamá” y “Turrón de almendras” que fueron llevadas a escena con el nombre de “Madremagnum” en “La Manzana de las Luces”, diez años después.
En 1981 “vomitó” frente a un grabador un texto que luego llevó como teatro en la calle y en lugares improvisados, ésto durante el “Teatrazo” (1986).
Participó de “Dársena Sur” (2004- Paraguay), una selección de poetas argentinos contemporáneos.)
La antología poética “Las voces que somos” se publica en 2005 con motivo de cumplirse treinta años de “La luna que...” ( www.lalunaque.s5.com ), grupo al que pertenece desde 1998.)
TEXTO EN ESPAÑOL y/e TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
EL MORIBUNDO
Espiaba a la enfermera cuando en las noches de verano se paseaba desnuda. Cuerpo de mucha carne pero bien torneado que se deslizaba sensual por la orillas de su sufrimiento.. La habían contratado para atenderlo y se desvestía sin precauciones porque, en su situación, se suponía que él no alentaba el menor soplo de deseo. Pero, la percibía con sus ojos descerebrados y las máquinas que lo asfixiaban para darle oxígeno. La percibía hermosa contoneándose por un universo de claveles. Percibía su pubis y sus nalgas y el perfume excesivo del erótico paso de sus piernas salvajes. No podía decirlo, no podía callarlo, se movía espasmódico en su absoluta quietud, la tocaba con manos sin tacto, patéticas, Era tal su apetito que, hasta la repugnancia, se le convertía en hambre. Y, a las diez menos uno de una noche, en la que toda la catástrofe de su ser la deseaba, se produjo el milagro: ella recibió la onda cálida de su invalidez enamorada y, con tranquila inocencia, lo besó apenas. El murió a las diez en punto. |
O MORIBUNDO
Espiava a enfermeira quando nas noites de verão ela passeava desnuda. Corpo de muita carne mas bem torneado que deslizava sensual pelas margens de seu sofrimento.. Ela estava contratada para atendê-lo e se despia sem precauções porque, em sua situação, se supunha que ele não alentava o menor sopro de desejo. Mas, a percebia com seus olhos descerebrados e as máquinas que o asfixiavam para dar-lhe oxigênio. Percebia-a formosa requebrando-se por um universo de cravos. Percebia sua púbis e suas nádegas e o perfume excessivo do erótico passo de suas pernas selvagens. Não podia dizer, não podia calar, movia-se espasmódico em sua absoluta quietude, tocava-a com mãos sem tato, patéticas. Era tal seu apetite que, até a repugnância transformava-se em fome. E, a um minuto para as dez de uma noite, em que toda a catástrofe de seu ser a desejava, aconteceu o milagre: recebeu a onda cálida de sua invalidez apaixonada e, com tranqüila inocência, beijou-o apenas. Ela morreu às dez em ponto. |
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