HERNÁN FERNANDO TENORIO
Nació en Lanas, Provincia de Buenos Aires/ Argentina el 25 de diciembre de 1978. Licenciatura incompleta en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Profesorado de Castellano, Literatura y Latín en el I.S.P. “Dr. Joaquín V. González” (en curso).
Editor da Revista Virtual “Diálogos” (2003-2004); organizador del talleres de poesía en la editorial “Eloisa Cartonera”, en Centro Cultural “El Hornero” (2005), en “Espacio Disparate” Casa de Artes (Sitio de Montevideo 1265 – Lanús Este/ 4241-6975/espacio@eldisparatevioleta.com.ar).
Integrante de los Grupos y listas: “Azul y palabras”, “El escarabajo”, “Literatura Bolivia”, “Absurda” y efímera, “El Colectivo Menardiano”, etc.
Contacto: hernatenorio@yahoo.com.ar
TEXTO EN ESPAÑOL / TEXTO EM PORTUGUÊS
Configuraciones subjetivas de amplitud
Potencialidades para un posible manifiesto
Se escucha aquí, una voz vieja que habla de hechicería, de proposiciones que escapan a los oídos de los tontos. Quién se cree vidente o ajeno a su simbología, podría decirse que es el que maneja los hilos, el que recupera una voz de antaño moderno y la reproduce en sus millones de posibilidades: un triangulo con forma de esfera, una esfera infinita que susurra mil acordes desafinados y todo,
exceptuando el sonido hueco y los símbolos no repetidos, se termometiza en el objeto que contiene palabras. Esa textura tejida con imágenes prudentes, que se materializa no sólo con agujas, sino también con cuerpos unidos unos al lado de otros, alrededor de la semilla que trata de engendrarlos.
Si quieren se llama Caos. Sí, no, quieren se llama objeto logrado con el zurcido de voces en movimientos, con telarañas ajenas, con algo que se produce al contar oraciones y ubicarlas en estructuras de reglas. Un collage de posibilidades destinadas al que escupe por los ojos, a ese otro que se derrite en una página con la insistencia y dedicación, como el otro, el primero de una triada:
Semilla: uno,
textura tejida: dos
y
el que escupe por los ojos: tres.
Esta unión de amor es la pasión por los signos, por las imágenes sensibles. Pero que no se achican ante una tormenta, porque son prudentes intelectualmente hablando y produciendo la telaraña. El susurro inofensivo, cuando sabe donde se encuentra, se enamora de la celulosa, porque encuentra en el latido, esa corazonada abierta que sólo consigue la búsqueda incansable, pero también creativa, de lo montado en un escenario.
Entonces, también lo bello es ficción, y hasta los ecos de lo bello, es ficción; porque un único objetivo se aplica en el oficio: un objeto de estudio de la belleza toda.
No se recomienda la sensiblería del diario íntimo colgando de la rama de las musas imperfectas e introspectivas, porque la catarsis es para los débiles del espejo y para las ranas viudas que no se ensucian porque saltan el sin sentido que contiene toda trama de lenguaje, incluyendo las frenadas y los fónicos acontecimientos pasados.
Un sin número de posiciones entrelazadas en discursos polimorfos, remolinos de significantes que se abren paso en la cotidianeidad obsoleta de todos los días. Tiene este sin números otro universo, que no es ya el que sostienen dos tortugas y un huevo; simplemente porque...
carece de barreras y ya, ni siquiera, contiene una unidad, porque la unidad se pierde en la trama y la trama se pierde en un punto incontrolable que se llama texto. De allí, de la nada, surgen las melodías de nereidas que conforman la estructura intratable de la razón y del mismo sueño. Por inercia se llega al punto; inercia a la que se llega insistiendo en Babeles de nombres sin señales y cuando queremos acordarnos, estamos en otro lapso de estadía y decidimos nadar sin cuerdas, porque nos liberamos hacía la emancipación cronológica sin olvidarla, ni dejar de respetarla, sólo que se nos hace tan nuestra que ya no sabemos cual era el principio.
Principios: razonar lo que no debe entenderse, es propio de los monos. Los que quieran tienen un sendero, eso sí, vallado pero sendero que se abre con el solo roce de la piel con las espinas, para dejarnos ver un lugar increíble: la belleza.
Ahora que ya sé que yo soy otro,
no tengo más que volver a ser yo
desde lo otro y con lo otro;
es decir,
ser uno, dos y tres.
No manifestarse desde el absurdo, más bien, ser absurdo, para poder encontrar las voces justas y saber escuchar el canto horrible, en ocasiones, de todo lo que perturba. No detenerse porque hace frío, abrigarse y estar preparado, sin estarlo, para el peor diluvio de todos los que ya pasaron. No pienso quedarme con lo hecho, tampoco pienso destruirlo, lo reciclo y me observo, sin mirar, desde el otro universo: el de la palabra.
Todo llega, todo se transforma o se reconoce, porque se aprende; se trabaja con la imagen desde la misma imagen y se hace carne el verbo y verbo la carne y todo lo que se pueda ocurrir. Si algo se puede decir es porque existe. Si así lo deseamos, en la ficción, todo está permitido cuando se dispersa, cuando ya no se habla de lo posible, porque se trabaja con una materia sin sustancia. Hay que aprovechar los materiales para hacer una casa con cimientos fuertes, hay que ser albañil y arquitecto, motociclista e insecto. Hay que quemarse las pestañas con la nada para generar más nada y más y más y más. Todo lo dicho nos conduce a un lugar: el encuentro de la semilla con el vientre.
10 de octubre de 2005
TEXTO EM PORTUGUÊS
Configurações subjetivas de amplitude
Potencialidades para um possível manifesto
Ouve-se aqui uma velha voz que fala de feitiçaria, de proposições que escapam aos ouvidos dos tolos. Quem se julga vidente ou alheio à sua simbologia, poderia dizer-se que é o que maneja os fios, o que recupera uma voz do antepassado moderno e a reproduz em suas milhares de possibilidades: um triângulo com forma de esfera infinita que sussurra mil acordes desafinados e tudo, com exceção do som oco e dos símbolos não repetidos, se termometiza no objeto que contém palavras. Tal textura tecida com lágrimas prudentes, que se materializa não somente com agulhas, senão também com corpos unidos uns com os outros, em torno da semente que trata de gerá-los.
Se querem chama-se Caos. Se não, se chama objeto logrado no cerzido de vozes em movimento, com teias de aranhas alheias, com algo que se produz ao contar orações e coloca-las em estruturas de regras. Um collage de possibilidades destinadas a que cuspa pelos olhos, a este outro que se derrete numa página com a insistência e dedicação, como o outro, o primeiro de uma tríade:
Semente: um,
textura tecida: dois
e
o que cospe pelos olhos: três.
Esta união de amor é a paixão pelos signos, pelas imagens sensíveis. Mas que não se encolhem ante uma tormenta, porque são prudentes intelectualmente falando e produzindo a teia de aranha. O sussurro inofensivo, quando sabe onde se encontra, se enamora da celulose, porque encontra no pulsar, esse pressentimento aberto que só consegue a busca do incansável, mas também criativa, do exposto num palco.
Então, também o belo é ficção, e até os ecos do belo é ficção; porque um único objetivo se aplica ao ofício: um objeto de estudo de toda a beleza.
Não se recomenda o sentimentalismo exagerado do diário íntimo dependurado do ramo das musas imperfeitas e introspectivas, porque a catarse é para os débeis de espelho e para as rãs viúvas que não se sujam porque saltam o sem sentido que contém toda a trama de linguagem, incluindo as freadas e os fônicos acontecimentos passados.
Um sem número de posições entrelaçadas em discursos polimorfos, redemoinhos de significantes que abrem passagem na cotidianidade obsoleta de todos os dias. Sucede este sem outro universo, que não mais é o que sustenta duas tartarugas e um ovo; simplesmente porque…
Carece de barreiras e já, nem mesmo, constitui uma unidade, porque a unidade se perde na trama e a trama se perde num ponto incontrolable que se chama texto. Dali, do nada, surgem as melodías de nereidas que conformam a estrutura intratable da razão e do sonho mesmo. Por inércia se chega ao ponto; inércia a que se chega insistindo em babéis de nomes sem sinais e quando queremos acordar-nos, estamos em outro lapso de estadia e decidimos nadar sem cordas, porque nos liberamos até a emancipação cronológica sem esquecê-la, nem deixar de respeitá-la, só que se torna tão nossa que já não sabemos qual era o princípio.
Princípios: raciocionar o que não se debe entender, é próprio dos monos. Princípios: razoar o que não se debe entender, é o princípio dos monos. Os que querem têm uma senda, ou seja, valado mas senda que se abre com o só roce da pele com as espinhas, para deixar-nos ver um lugar incrível: a beleza.
Agora que já sei que eu sou outro,
não tenho mais que voltar a ser eu
desde o outro e com o outro;
vale dizer,
ser um, dois e três.
Não manifestar-se desde o absurdo, mais bem, ser absurdo, para poder encontrar as vozes justas e saber escutar o canto horrible, em ocasiões, de tudo o que pertrurba.
Não se deter porque faz frio, abrigar-se e estar preparado, sem estar, para o pior dilúvio de todos os que já passaram. Não penso ficar o feito, tampouco penso destruí-lo, reciclo-o e me observo, sem mirar, desde o outro universo: o da palabra.
Tudo chega, tudo se transforma ou se reconhece, porque se aprende; se trabalha com a imagen desde a própria imagen e se faz carne o verbo e verbo a carne e tudo o que pode ocorrer. Se algo se pode dizer é porque existe. Si assim desejamos, na ficção, tudo está permitido quando se dispersa, quando já não se fala do possível porque se trabalha com uma matéria sem substância. Há que aproveitar os materiais para fazer uma casa com alicerces seguros, há que ser um pedreiro e arquiteto, motociclista e inseto. Há que queimar as pestanas com nada para gerar mais ainda e mais e mais e mais. Todo o dito nos conduz a um lugar: ao encontro da semente com o ventre.
10 de octubre de 2005
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